Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
El beso
Por supuesto que hay que saber besar a las mujeres. Sobre todo en el lugar correcto. Hay que aceptar los abrazos, pero nunca despreciar un ósculo.
Responderíamos a una querida amiga que tiene la idea de que un beso en la mejilla, además de “embabar”, es como un libro digital, con letras que se lleva el aire.
Hablaba con el compadre Javier, y comenzamos a recordar a otro amigo común de los años 40´s, escritor él, que tras separarse de su mujer y luego de un tiempo, ya con 73 años encima encontró una hermosura de 33 años con todo justo en su lugar. Nada le faltaba.
Cierto día se reunió en un restaurante con otros colegas, igual que él con muchos años, a recordar los viejos tiempos… Quedaron impresionados con la preciosidad que acompañaba al diarista. En cuanto ella se levantó para ir al baño, le preguntaron la proeza de encontrarse con una mujer de ensueño, tan encandilada y aparentemente enamorada.
Con la mayor calma les dijo:” Me he dado cuenta de que para mantener una óptima y excelente relación con cualquier mujer, lo más importante es… ¡dónde le das el beso!”.
Se quedaron de una pieza e inmediatamente, con ansiedad morbosa, preguntaron:
– Y bueno, ¿dónde la besas?…
Sin perder su compostura nuestro amigo les respondió, como si escribiera su columna política:
– En París, Londres, Roma, Madrid, Nueva York, Tahití, Miami, Cancún, y de vez en cuando en Acapulco, que es donde vivimos ocasionalmente. Así es de simple.
Aprendamos a besar. No solamente en el cachete.