El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
Las mismas acciones de gobierno que en un momento son bien vistas, en otro no, y eso precisamente es lo que ha pasado con la decisión del Gobierno de Miguel Ángel Mancera en las últimas manifestaciones en la que la policía estuvo ausente.
En la marcha del 2 de Octubre hubo un reconocimiento generalizado a la labor de la autoridad capitalina, al no implementar un operativo para resguardar la marcha. Esa fue la primera vez que la movilización social, una de las más importantes, no sólo del Distrito Federal sino del país, iba sin acompañamiento policial. Los mismos organizadores lo reconocieron durante su mitin.
La agresión de unos cuantos anarquistas que vandalizaron algunos inmuebles fue algo a lo cual no se le dio mayor importancia.
En la marcha de protesta por la matanza y desaparición de normalistas de Iguala, Guerrero, se procedió de la misma manera, sin corporaciones policiales cercanas.
Todo iba bien hasta que a Cuauhtémoc Cárdenas se le ocurrió participar como ciudadano común, en una de las protestas de mayor indignación por la corrupción y violencia de autoridades contra la población.
El dolor y rabia de los padres de los normalistas desaparecidos se esparcieron entre los más de 8 mil asistentes de la tarde del pasado martes, y antes de que comenzara el mitin, un reducido grupo de partícipes la agarraron contra los reporteros. “Sólo estorban hijos de su madre”, les decían. Poco después apareció el ingeniero Cárdenas, a quien se le olvidó que pertenece a la clase política, y que en esa protesta no había cabida para ninguno de ellos.
En el lugar no había policías, tal y como se había previsto con los organizadores, y no faltaron las críticas por la falta de protección al perredista que no midió las consecuencias y fue visto como un arribista.
Anteayer, un grupo de anarquistas cometieron otros actos vandálicos, frente a CU, bajaron a usuarios de un Metrobús, afectaron la vialidad y servicios. No hubo presencia de uniformados.
El GDF decidió entonces no generar un mayor enfrentamiento y no les envió a la Policía, considerando la cercanía de Ciudad Universitaria, y que eso podría enardecerse y provocar un acto mayor, sobre todo ante el rechazo por los hechos de Ayotzinapa, Guerrero.
La medida fue monitorear a los anarcos y apostar a que se cansaran, lo cual sucedió sin daños mayores, según el saldo del gobierno de Miguel Ángel Mancera.
La decisión de sacar a la policía de marchas y eventos de protesta de riesgo, ha dado buenos resultados, como lo han recomendado defensores de derechos humanos, líderes sociales y organizadores de protestas y marchas.
El pasado 10 de junio, y luego el 1 de septiembre se usó la estrategia, con daños menores que se hubieran estado los uniformados –señalados como la figura represora– porque, dicen, su sola presencia provoca irritación y por ende enfrentamientos.
Ecos del DF presupone que Miguel Ángel Mancera Espinoza mantendrá esa política, la de tolerancia, como le han llamado en el GDF, porque el análisis indica que son menores los costos, y que los violentos, sobre todo los anarcos, terminarán por cansarse.
Eso esperamos.