Lilia E. Cárdenas Treviño, líder social y promotora cultural
MÉXICO, DF, 10 de octubre del 2014.-En 1582 el Papa Gregorio XIII implementó un nuevo conteo temporal, que es el que manejamos en la actualidad. La intención era sustituir el Calendario Juliano, implementado por el dictador romano Julio César en el año 46 a. de C.
Este antiguo calendario romano, según los cálculos recopilados por el pontífice, tenía 11 minutos y 14 segundos más que el año solar. Lo que provocó una acumulación de tiempo. De esto se percataron al observar el equinoccio de primavera, el cual tenía un adelanto de diez días.
Por ello Gregorio XIII asesorado por el astrónomo jesuita Christopher Clavius promulgó, el 24 de febrero de 1582, la bula ‘Inter Gravissimas’ en la que establecía que al concluir el jueves 4 de octubre de ese año seguiría el viernes 15 de octubre. Por los que los días que estaban en este periodo, simplemente desaparecieron.
Con la eliminación de estos diez días desaparecía el desfase con el año solar, y para que no volviera a producirse, se eliminaron en el nuevo calendario tres años bisiestos cada cuatro siglos. Así, el calendario gregoriano es su legado más valioso y reconocido para la Humanidad.
El desfase provenía de un inexacto cómputo del número de días con que cuenta el año trópico; según el calendario juliano que instituyó un año bisiesto cada cuatro, consideraba que el año trópico estaba constituido por 365.25 días, mientras que la cifra correcta es de 365.242189, o lo que es lo mismo, 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,16 segundos. Esos más de 11 minutos contados adicionalmente a cada año habían supuesto en los 1257 años que mediaban entre 325 y 1582 un error acumulado de aproximadamente 10 días.