Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Estomatólogo
Acudí a un estomatólogo, odontólogo, dentista, muelero o saca-muelas por una pequeña molestia en una pieza dental.
Después de hacer una revisión de mi cavidad bucal noté que su máquina registradora mental comenzó a trabajar y rápidamente me dio el presupuesto correspondiente:
-Tendremos que limpiar perfectamente las piezas que aún están buenas, tapar otras que tienen amalgamas que debieron ponerle por los años 60, corregir otras dos y quitarle las muelas del juicio que usted sabe no dejan de engordar; bueno, es un decir. Como usted viene recomendado por una gran amiga mía le cobraré sólo 120 mil en una serie de curaciones que tardaré en realizar en un mes.
-Doctor, le repliqué, es que sólo traigo dos mil
Sacó algo de su bolsillo, y lo puso entre sus dedos índice y pulgar, hizo una pelotita.
-Abra la boca, dijo, y en ese momento metió la bolita en el lugar donde supongo se producía el dolor.
Estiró la mano al tiempo que me decía:
-Son dos mil por el chicle.