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MÉXICO, DF a 21 de octubre de 2014.- La certificación de policías en México fracasó por no concentrarse en las instituciones de seguridad, ya que son las que concentran el ambiente de impunidad y relaciones con el crimen organizado, como lo sucedido en la ciudad de Iguala, Guerrero.
Ernesto López Portillo, director ejecutivo del Instituto para la Seguridad y la Democracia, aseguró a Quadratín México que el problema en los policías es que en sus centros de trabajo no se realiza un trabajo detallado de los supervisores para evitar que los elementos caigan de manera constante en fallas.
“La certificación de control de confianza, fracasó por insuficiente no porque la idea por si misma este mal, sino porque no fue acompañado de un saneamiento, no de las personas, sino de las instituciones. No va a pasar nada si no hay un rediseño institucional profundo en donde se habiliten los controles, no va a pasar nada, seguirá habiendo problemas.
“No importa que los manden a Tlaxcala o dónde los manden, el ambiente en donde trabajan es libre de controles, los mecanismos que manejan los mandos policiales son controles informales, es con el cuate, es lo que se aprende en la calle y eso no son las reglas del derecho, no son los protocolos, no son los estándares regulados, simplemente no los tienen y desafortunadamente no hay diagnósticos externos porque no permiten hacer las evaluaciones de la forma como se debe”, dijo.
El experto aseguró que deberían de existir dos tipos de evaluación en México, la evaluación a las personas, es decir policías, y la segunda que las instituciones también sean evaluadas, que se den mecanismos para evitar que los policías recaigan en sus fallas.
“Aquí lo que se certifica son los procesos de trabajo de la policía, hay dos tipos en México, o mejor dicho debería de haber dos tipos, la de las personas que ya conocemos, pero nos falta la otra la de los procesos institucionales.
“Estos policías que están fallando una y otra vez, no tienen mecanismos de supervisión sobre ellos adecuados y por eso las fallas constantes, no tienen mecanismos de supervisión operativa adecuados, porque los supervisores no están actuando de manera eficiente para controlar el desempeño, que son sus propios jefes”.
López Portillo aseguró que la conducta “desviada” de los uniformados se genera en la institución para la que trabaja, que a pesar de que estén evaluados seguirán con sus actos de corrupción y nexos con los narcotraficantes.
Señaló que sería una pérdida de dinero y de tiempo que se envíen a los elementos a su evaluación, pero al llegar a sus centros de mando volverán a aliarse con los delincuentes.
“¿Entonces que hay dentro de las policías? Es un ambiente institucional de impunidad, esto significa que es un vacío de controles internos y externos en la policía”, finalizó.