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MÉXICO, DF, 23 de octubre de 2014.- ¿Qué tiene en común un pueblo del Sahara dividido por el segundo muro más grande del mundo (después de la Muralla China) y viviendo en condiciones extremas con el resto de los países del orbe?
Que ahí, como en casi todo el mundo, “los intereses políticos y económicos siguen estando por encima de los derechos humanos”, sostiene Miguel Ángel Tobías, director del documental Gurba, la condena, sobre el exilio del pueblo saharaui.
En entrevista con Quadratín México, el cineasta y productor –de visita en México para la presentación de su filme- asegura que aunque se trata de la historia de un pueblo que sobrevive en Argelia y Marruecos, el discurso es “universal”.
Hace cuatro años Tobías se comprometió a realizar cada año un documental “social, solidario y benéfico”. La primera obra de este compromiso fue Sueños de Haití, filme que recoge la tragedia de ese país luego del devastador sismo de 2010 y que ha permitido la recolección de fondos para diversos proyectos en esa nación caribeña.
Interesado desde siempre por el tema de los derechos humanos, particularmente en lo referente a los refugiados, descubrió hace dos años y medio el caso de los refugiados saharauis que están en Argelia, y la situación de violencia que adolece el pueblo ocupado por Marruecos.
“Me enteré de dos cosas graves: es la única misión de paz de Naciones Unidas en la que no se puede velar por los derechos humanos, lo cual es una contradicción tremenda, es decir, un policía o soldado marroquí puede matar, violar, golpear o hacer lo que quiera delante del Casco Azul y éste no sólo no puede intervenir sino que además no puede informar. Es una locura”, denuncia.
“La razón por la que no se puede velar por los derechos humanos en el Sahara Occidental es porque Francia tiene derecho a veto en Naciones Unidas y sistemáticamente está vetando por sus propios intereses políticos y económicos para que no se pueda velar por los derechos humanos” en esa región.
Lo anterior, agrega, es otra contradicción “brutal” porque “es la misma Francia de la libertad, igualdad y fraternidad la que niega los derechos humanos en una zona del mundo”. Esta es una de las razones que impulsó al realizador a hacer la película.
La otra razón fue su interés por los campos de refugiados saharauis en Argelia, que son los más antiguos en la historia del mundo.
“Duraron casi 40 años, un pueblo dividido por un muro como lo era el de Berlín, un muro de 2 mil 756 kilómetros que tiene dividida a la población saharaui en lo que se denomina territorios ocupados y territorios liberados.
“Los territorios ocupados son un estado policial donde no puede entrar la prensa, donde nos e permite la entrada a Amnistía Internacional ni a delegaciones de Naciones Unidas o de la Unión Europea; mientras que al otro lado del muro hay 200 mil personas viviendo en un desierto a 50 grados de temperatura con 11 litros por persona al día, con problemas de desnutrición y los problemas de un exilio prolongado”, explica.
Por si fuera poco, este muro divide un pueblo en dos, por lo tanto, “hay familias separadas por el muro que tienen que padecer enterarse que sus padres, hijos o hermanos mueren o enferman y ni siquiera pueden ir a verlos o despedirse de ellos”.
Ante esta “flagrante situación” Tobías decidió que sería el siguiente proyecto documental pues el tema de los derechos humanos es universal “y aunque he filmado la película en el Sahara Occidental el mensaje y el discurso es universal. Al final la conclusión es que es una vergüenza que los intereses políticos y económicos en 2014 sigan estando por encima de los derechos humanos en muchos países del mundo”.
La intención del filme “es generar conciencia para que a todos nos dé vergüenza y decidamos que no pueden seguir sucediendo cosas como esta y el pueblo saharaui merece recuperar una tierra que siempre fue suya y que le fue arrebatada hace 40 años”.
Sobre las dificultades para la sacar adelante el rodaje, el director español destaca que contó con el apoyo de la República Democrática del Sahara Occidental y del gobierno de Argelia, no así del lado de los territorios ocupados, donde las imágenes fueron grabadas sin permiso del estado policial que los controla.
“Dentro de los territorios ocupados hay una cárcel llamada la Cárcel Negra, tengo imágenes de dentro del lugar que hacen que las otras cárceles que hemos visto en el mundo parezcan Walt Disney”, advierte.
Como parte de su compromiso, el director regalará la película para que se pueda exhibir de manera gratuita.
“La idea en México concretamente es que después de ver la película de forma voluntaria la gente, a través de la Embajada de la República Democrática del Sahara Occidental y otras asociaciones solidarias con ese pueblo, ayude en la medida que pueda o quiera a estas personas que viven en el desierto en unas condiciones de salud y nutrición bastante precarias”.
El estreno de Gurba fue el pasado viernes, en el Museo Memoria y Tolerancia, donde se presentará a “ciertos sectores de la sociedad mexicana que tienen la capacidad de influir para que esto se solucione, ahí está representado el mundo empresarial, diplomático, cultural, institucional, de las artes y las fundaciones”.