Atacan casa del subsecretario de Seguridad de Solidaridad, Quintana Roo
MÉXICO, DF, 29 de octubre de 2014.- Los 43 estudiantes de magisterio desaparecidos hace un mes en el estado mexicano de Guerrero proceden de familias extremadamente pobres y encarnan el esfuerzo de las comunidades campesinas marginadas por acceder, de algún modo, al ascensor social, destaca un amplio reportaje que publica el diario peninsular La Vanguardia.
Para el diario catalán, escuelas como la Normal Rural de Ayotzinapa, en Iguala, donde estudiaban los jóvenes, son “un legado vivo de la Revolución Mexicana”, escribe este miércoles el periodista Luis Hernández Navarro en el diario La Jornada, señalando que “el destino que se forjen –los jóvenes- gracias a sus estudios incide en la vida de las comunidades”.
El estado de Guerrero es uno de los más olvidados de México, azotado por toda clase de violencia y con escasa presencia de las instituciones. El nuevo gobernador, Rogelio Ortega Martínez, nombrado el pasado domingo, ha reconocido que los estudiantes provienen de familias “extremadamente pobres”.
Según Ortega, días atrás y ostentando aún el cargo de secretario general de la Universidad Autónoma de Guerrero visitó la escuela de Ayotzinapa y entregó allí tres toneladas de alimentos.
Ortega no se ha reunido todavía con las familias de los desaparecidos, en un momento de enorme contestación social que está movilizando a todo tipo de colectivos sociales en el país, lo que para el nuevo gobernador de Guerrero significa también un problema de orden público. “En mi gobierno no se criminalizará a luchadores sociales”, dijo, pero “nadie puede atentar contra la propiedad privada, ni contra terceros”, subrayó.
Según recuerda Hernández Navarro, las escuelas rurales mexicanas, que son “permanentemente acosadas por autoridades educativas y gobiernos locales”, conforman “una de las organizaciones estudiantiles más antiguas del país”, la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, fundada en 1935, cuyos líderes “son jóvenes formados políticamente”.
El pasado 26 de septiembre, los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa llegaron a bordo de dos camiones a Iguala, donde pretendían hacer una colecta y recaudar fondos para dirigirse a Ciudad de México y sumarse a la marcha conmemorativa del 2 de octubre, aniversario de la matanza de Tlatelolco o de la plaza de las Tres Culturas, en la que se cree que unas 300 personas, muchas de ellas estudiantes, fueron muertas a tiros por la policía y el ejército durante una jornada de manifestaciones en vísperas de los Juegos Olímpicos de 1968. El Gobierno solo reconoció entonces 67 muertos.