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MÉXICO, DF, 31 de octubre del 2014.-Ataviados de escafandras y botellas de oxígeno y cargados de sigilo. Una cuadrilla de cazatesoros horadó durante días el subsuelo acuoso de una vivienda en las afueras de El Cairo en busca de los restos de un templo faraónico con más de tres milenios de antigüedad. Un soplo a la policía frustró su lucrativa empresa, informó El Mundo.
El valioso botín está ya en manos de las autoridades egipcias. El ministerio de Antigüedades ha comunicado este miércoles que un equipo de expertos ha logrado recuperar del lugar las piezas localizadas por una excavación ilegal integrada por siete personas en el interior de una casa del pueblo de Badrashin, a 30 kilómetros al suroeste de El Cairo.
En su aventura, los traficantes, detenidos por la policía de antigüedades y turismo hace dos semanas, no olvidaron el más mínimo detalle: contaban con botellas de oxígeno, trajes de buceo y todo el material necesario para sumergirse en el pozo donde reposaban los vestigios.
La recompensa lo merecía. Entre los objetos hallados tras bombear los nueve metros de agua subterránea, se cuentan bloques de piedra con inscripciones jeroglíficas que datan del reinado de Tutmosis III (1490/68-1436 a.C.), el faraón más poderoso de todos los tiempos. Tutmosis, El Grande subió al trono tras el fallecimiento de su tía y madrastra Hashetsup (1508-1458 a.C.) y reunió la virtud del estratega militar y el gobernante brillante.
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