Dan el skateboarding y el IMSS un giro a la vida de Emilia Ojeda
MÉXICO, 1 de noviembre de 2014.- José Alfredo tiene 48 años. Padece cáncer de pulmón y es un enfermo terminal. Vecino de la colonia Malinche, su padecimiento lo tiene postrado en su cama, con un tanque de oxígeno al lado y otro portátil por si se va la energía eléctrica.
A pesar de tener seguridad social, su familia, que lo acompaña en la etapa final de su vida, no tiene la certeza de que puedan tener una ambulancia por si su deteriorada salud empeora y requiera ir al hospital.
“El día 7 de octubre debía ir al hospital, pedimos una ambulancia, no vino, se lo llevaron en un auto, pero iba incómodo porque no se le puede ya sostener. Lo peor es que no le hicieron nada y es doloroso para él. Se pensó en ya no llevarlo y se acordó que si lo vamos a hacer, que sea en ambulancia”, recuerda Vanessa, su sobrina de 23 años y una de las personas que lo cuida.
José Alfredo apenas habla y cuando lo hace olvida cosas. Sus movimientos son limitados y escasos. Son los estragos de su enfermedad, que se la detectaron hace tres meses en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), a pesar de que él desde antes ya iba a consultas por un dolor que sentía en el pecho, añade Vanessa.
“Ahí le decían que no tenía nada”, recuerda con coraje.
Su tío comenzó a bajar aceleradamente de peso. Consultó doctores de los llamados “similares”, a ver a otras opciones, pero no identificaban su mal. En el IMSS sólo se lo detectaron hasta que una vez, debilitado, su suegro lo llevó al área de Urgencias y un especialista le diagnosticó cáncer de pulmón, y que le quedaban pocos meses de vida.
“Se vino para abajo”, continúa Vanessa.
Debido a que ya no puede salir de su casa por su enfermedad, José Alfredo comenzó a ser atendido por el programa El médico en tu casa, operado por la Secretaría de Salud (Sedesa) del Gobierno del Distrito Federal.
Iniciado desde septiembre de este año, el programa busca atender a personas de la tercera edad, discapacitados, embarazadas o a enfermos terminales, como José Alfredo, que no puedan acudir al centro de salud a revisarse, por lo que personal especializado va a sus domicilios a revisarlos medicamente, pero según sea el caso a ofrecerles además asesoría psicológica a los familiares.
En el caso de José Alfredo, el personal de la Secretaría de Salud ya se comprometió a apoyar a la familia en caso de que requieran una ambulancia y a ayudarla con la solicitud ante el IMSS. Asimismo, atender a los familiares ante la situación irreversible.
“La familia asistirá al centro ante la próxima pérdida”, dice el director del T-2 La Malinche, David Escobedo Herrera.
“La ayuda tanatológica es que él se vaya en paz, que se le de tranquilidad al paciente y a los familiares”, agrega.
Iztapalapa y GAM, las primeras
El programa inició en la delegación Iztapalapa, la más poblada del DF, y desde cada centro de salud una cuadrilla de empleados de Trabajo Social visita casas, pregunta por enfermos, sus edades, sus dolencias, y si pueden salir de casa. Hasta el 30 de octubre en Iztapalapa se habían visitado 437 mil 843 casas, de acuerdo con datos de la Sedesa. Lo que significaba un avance de 55 por ciento de avance en la delegación.
Con los datos levantados en la primera etapa, detectan enfermos postrados, personas de la tercera edad que viven sin nadie que se haga cargo de ellos, discapacitados que no pueden desplazarse, o embarazadas que ignoran estarlo o que por ser demasiado jóvenes, están en riesgo.
En el caso de la Gustavo A. Madero (GAM), donde el programa inició en octubre, se han visitado 19 mil 476 casas, un avance de siete por ciento. De esas casas, 2 mil 398 son de La Malinche. Entre Iztapalapa y GAM se ha detectado a una población vulnerable de 43 mil 06 personas, siendo las de la tercera edad las más numerosas, con 36 mil 479.
Le siguen los discapacitados con 5 mil 513; después las embarazadas sin control, con 3 mil 638; atenciones odontológicas a domicilio con 1 mil 894; los enfermos postrados, con 852 y personas en situación de abandono, 83.
La segunda etapa del programa es la de Atención. De acuerdo con datos de la misma Secretaría, 373 personas ya la han recibido, de parte de 23 brigadas en Iztapalapa, y tres en Gustavo A. Madero. Son visitados por grupos de doctoras y enfermeras, así como de psicólogos que revisan a los enfermos.
La Sedesa inició atendiendo a casi 17 mil personas en las 16 delegaciones de la ciudad de México.
Otro de los apoyos es el llamado Robotín” que viaja en una maleta azul y es equivalente a un consultorio dental portátil, del cual hay uno por delegación y la idea es tener más. “Le damos prioridad a los adultos mayores”, explica la odontóloga Itzel García.
Las brigadas en ocasiones viajan con una camioneta que es una farmacia móvil, con medicinas y despensas alimenticias.
Atención a embarazadas
Daena Getsemaní Orendáin Álvarez es otra de las personas beneficiadas. De 18 años cumplidos hace cinco meses, con 33 semanas de embarazo, es visitada en su casa ubicada en la calle de Denarias, en la colonia Fernando Casas Alemán, colindante con el Gran Canal, también en la Gustavo A. Madero.
A su casa va la brigada, encabezada por el director de Servicios de Salud Pública en la demarcación, Luis Miguel Robles, quien explica que en el programa está muy interesado el titular de la Secretaría de Salud, Armando Ahued.
La joven es revisada por la doctora Ilenia Solís, quien le explica que a las embarazadas se les pide ir al centro de salud donde se les hace un control de peso, de talla, de signos vitales, de diabetes y sólo en casos de embarazos riesgosos, son visitadas por ellos.
Mientras revisa a una sonriente y nerviosa Daena, Solís añade que los embarazos en adolescentes pueden ser riesgosos y acabar en parto prematuro, registrar preeclamsia, diabetes o incluso que el producto salga muerto.
“El cuerpo no está preparado”, explica mientras la enfermera Flora Martínez Mendoza la auxilia. Lo único que le detectan a la adolescente es una leve infección urinaria.
La enfermera le enlista a Daena una serie de síntomas de los cuales debe estar pendiente y si los tiene, avisar: ver lucecitas, escuchar zumbidos, sentir dolor en la boca del estómago o que se le hinchen los pies o la cara.
Le da indicaciones para después del parto: hacer la Prueba del Tamiz Neonatal entre los días tres y cinco posteriores al parto, ponerle vacunas y hacerle revisiones mensuales. Martínez le pregunta a la futura mamá, como si fuera un examen, qué signos pueden ser alarmantes, Daena los repite y la enfermera respira aliviada.
El momento emotivo es cuando Solís lleva un aparato portátil para escuchar el pulso del bebé, del cual Daena prefirió esperarse hasta el parto para conocer su sexo. Emocionados, paciente y elementos de la brigada escuchan el suave pulso del corazón de quien en cinco semanas nacerá.
Daena carece de seguridad social, por lo que se inscribió al Seguro Popular. Recuerda que al inicio de su embarazo fue apoyada por su papá e iba a citas con médicos particulares, pero luego se cambió con su pareja a la calle de Denarias, donde comparte espacio con otras familias, y hace apenas unos días fue visitada por empleados de trabajo social donde dijo su edad y que estaba embarazada, y la incluyeron dentro del programa.
“Es bueno para muchas embarazadas que no pueden salir de casa por riesgo. Está bien para nosotros”, opina sobre el programa.
Además de la revisión, también deberá ir al Centro de Salud por asesoría psicológica, ya que para las adolescentes un embarazo puede ser una situación de shock.
“Me ayudan a sobrellevarla con mi pareja. Hablan conmigo para llevar bien mi matrimonio y que ayude a orientarlo y él a mí. A ayudarnos a tener bien a nuestro bebé, estar atentos a él, a cómo tratarlo cuando nazca”.
El programa también contempla una despensa para las embarazadas, para que se nutran adecuadamente previo al parto, y cuyo beneficio conservan dos meses posteriormente.
“No es una apretada situación la mía, pero económicamente me ayuda, ya tengo frijoles para comer”, dice sonriente Daena.
Antes de terminar la visita, el doctor Robles le pide que vaya al centro de salud –su embarazo no es de riesgo- y a hacerse otros exámenes al hospital de Ticomán, y le da su número telefónico.
“Si tienes problemas, llámame para ayudarte”, concluye.