Visión financiera/Georgina Howard
Cientos de miles de almas unieron sus voces para clamar por Justicia y Paz.
Cientos de miles de almas con la voz en cuello exigieron un ‘ya basta con la corrupción y la impunidad’.
El 20 de noviembre del 2014 no será recordado como un aniversario más de la consumación de la Revolución Mexicana, nuestra emblemática lucha armada de 1910. La fecha pasará a la memoria colectiva, sobre todo a la de las presentes y futuras generaciones, por ser el día de la tumultuosa manifestación ciudadana en demanda de justicia y paz.
Una fecha simbólica que adquiere un nuevo significado de frente a la desaparición de 43 jóvenes estudiantes de la normal de Ayotzinapa, Guerrero, a manos de policías municipales de aquella entidad. Una atrocidad ordenada por un alcalde involucrado con el crimen organizado y que destapó una de las cloacas más pútridas de las tantas que hay en el país.
Desde este pasado 20 de noviembre, no hay festejos ni desfiles. Hoy hay marchas, manifestaciones, reclamos y exigencias al Gobierno Federal.
Y ello no obstante a la acción violenta y vandálica de los autodenominados “anarcos”, quienes en pelotones perfectamente formados trataron de reventar el objetivo de la marcha y desviar la atención de los medios y la opinión pública hacia sus salvajes actos. Y si bien muchos medios, sobre todo electrónicos y unos cuantos impresos, mordieron el anzuelo de las acciones de los bárbaros violentados y hablaron de “una marcha pacífica manchada por la violencia”.
Al mismo tiempo la llamada opinión pública se ha dividido y polarizado entre sospechosismos: “son anarcopriístas infiltrados” o “son amloporros provocadores”. Sin ver que crece un ente virulento que responde únicamente a sus fines de provocación, como es esta forma de manifestación anárquica y violenta, escondida entre las filas de los jóvenes estudiantes.
Con todo y el intento por desviar la atención del punto medular, los diarios nacionales y los principales espacios de los noticieros de los medios electrónicos serán las pruebas irrefutables de un México indignado, agraviado y dolido que salió a las calles y colmó el zócalo capitalino desaprobando a todos los niveles de gobierno y a diversas instituciones del Estado que no les han podido dar una respuesta en sus demandas de justicia y paz.
Parecería que los poco más de 300 encapuchados –repudiados por todos y conocidos como anarcovándalos– consiguieron su objetivo de distraer la atención de la opinión pública con sus actos de extrema violencia, pues muchos medios y sus seguidores se concentraron en las acciones virulentas; empero, otros medios y periodistas más serenos no quitaron el dedo del renglón y el principal punto de atención: la demanda ciudadana.
Y en éste punto, algunas observaciones: las televisoras comerciales, en sus principales espacios noticiosos, si bien es cierto que trataron de deslindar la manifestación pacífica de los actos virulentos, dieron rienda suelta y mucho espacio a las imágenes incendiarias de choques y enfrentamientos. Poco privilegiaron tomas abiertas y cerradas de una marcha pacífica, participativa y ampliamente concurrida por diversos sectores de la ciudadanía.
Sin duda fue el diario Reforma quien mejor abordó los acontecimientos de la tarde del pasado 20 de noviembre. Su titular principal sentencia: “Reclama sociedad paz” y habla de una marcha ciudadana acompañada de sus hijos, de una multitud variopinta. En recuadro aparte menciona los hechos violentos al señalar que fuerzas federales y capitalinas contuvieron a los anarcos y detuvieron a 31, luego de diversos choques.
Otros diarios como El Universal observa: “Manchan violentos protesta global”; La Jornada asegura que “Fueron pacíficas la mayoría de las marchas” en tanto que Milenio consideró que “los violentos de siempre mancharon las marchas en paz”. Para Excélsior “La protesta pacífica terminó en gresca” y dedica la mayor parte de su nota a los hechos violentos.
En verdad la nota eran los hechos violentos o se guiaron los medios por lo que más vende que es la violencia, o bien como dice mi amigo, el periodista Juan Pablo Becerra Acosta: “a veces lo más periodístico no es lo más importante; lo más importante no es lo más periodístico. La mayoría de los periódicos optó por destacar más la violencia de unos cientos (lo más periodístico) y no desplegar más la multitudinaria marcha pacífica (lo más importante)”.
En medio de un panorama confuso me quedo con las palabras del ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM, Juan Ramón de la Fuente quien apunta que detrás de las crecientes movilizaciones de solidaridad con los normalistas de Ayotzinapa está el “gran clamor de justicia que se viene acumulando por años”. Y advierte que el carácter esencialmente pacífico de las movilizaciones no justifica actos de represión, “pero la tentación autoritaria siempre estará presente”.
En próximas horas el Ejecutivo Federal presentará una nueva estrategia nacional para reestructurar el sistema de justicia con miras a abatir la impunidad y garantizar el respeto a los derechos humanos. Esperemos que las nuevas medidas conlleven una buena dosis de sensibilidad política y social acordes al álgido momento. Las medidas por anunciar deben llevar a la reestructuración de los aparatos de justicia y seguridad. Esperemos que no sean medidas de un mero gatopardismo.