Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Nada claro; México bajo el signo de la incertidumbre
La temporada de fiestas, los días de buenos deseos y esperanzas, aunados a las promesas de un año feliz, fueron barridos por el frío de la cruda realidad de enero. Es posible que no haya nada más fuerte en el imaginario del mexicano que la palabra incertidumbre. Hay en el horizonte más dudas que certezas, y las pocas seguridades que se vislumbran en este campo no son del todo buenas.
Las encuestas ponen en claro varias cosas, como que buena parte de la sociedad mexicana tiene la percepción que una de las cosas que no olvidará de 2014 es la tragedia de Iguala, el asesinato de varias personas y la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa. El crimen fue obra directa, intelectual y materialmente hablando, de la delincuencia amañada con autoridades municipales corruptas. Un gobierno nacional incapaz de dar respuestas justicieras paga las consecuencias con descrédito.
Las autoridades han detenido a decenas de policías, gobernantes municipales y criminales, que posiblemente tengan culpa en la tragedia de Iguala, pero ni las policías ni otras agencias del gobierno han dado a la ciudadanía la tranquilidad de que se han ocupado de los criminales y que el atentado contra los normalistas de Ayotzanapa es algo que no volverá a ocurrir en México.
Durante meses, el gobierno trabajó en una campaña de promoción de las reformas, sin duda todas importantes para el país. Da la impresión en que jugó en un escenario sin segundos planes, es posible que haya caído en aquella tentación del pasado de “administrar la bonanza”, antes de tener un centavo. Los sueños de realizar una administración económica que dejara en la sombra cosas políticas e incluso sociales, como la inseguridad y la corrupción, parecía una buena opción, pero todo terminó en pesadilla.
El escándalo de Tlataya, en el que militares habrían participado en la ejecución de una veintena de presuntos criminales, seguida de la tragedia de Iguala, que ha servido a grupos de la izquierda radical para minar al gobierno nacional, vislumbran un horizonte complicado, que se nubló más con la cancelación de la concesión de la construcción a una empresa china del ferrocarril a Querétaro y los créditos para la “Casa Blanca” y otras viviendas de funcionarios de gobierno.
Las viejas recetas de anunciar acciones y prometer justicia ya no funcionan como antes, la sociedad tienen más y mejores fuentes de información, el control de los medios ya no funciona bajo la batuta del decrépito sistema, en el que se hunden por igual el partido en el poder que los opositores, que en más de una ocasión -cuando llegan al poder regional o legislativo- dejan ver que son parte de ese aparato que ha tenido en el provecho personal un fin único, siendo el bien común algo que simplemente no puede evitar para obtener ganancias de todo tipo.
Y si la economía era la piedra angular del gobierno nacional, la estrepitosa caída de los precios del petróleo se llevaron los sueños que “la bonanza” permitiera ocultar los pecados de los políticos y gobernantes, e incluso su ineficacia cuando se trata de enfrentar la amenaza de interna de la inseguridad
El golpe económico fuerte llegó de fuera, pero en México parece no haber plan B, ni otra opción que la apuesta única a lo anunciado
En los mensajes se habla de cambios que la sociedad demanda, que son necesarios e inevitables, pero en la realidad, la situación no parece destinada a cambiar, los responsables de los fracasos o falta de éxitos, según se quiera ver, parecen fuertes en sus puestos y nada luce capaz de hacerlos perder la tranquilidad… por eso la palabra que más atormenta al mexicano es incertidumbre.
En el folder de Hojas Perdidas de hace un año, se deja ver una sobre la Operación de la Paz en el Michoacán. Sin duda ha habido cambios, logros y retrocesos, pero no hay duda que en esas hojas, hoy, hay más tachones negros y correcciones sobre las rodillas que resultados definitivos y en limpio. También, al margen de esas hojas, aparece la palabra incertidumbre.