Jubileo 2025: Llevar esperanza a donde se ha perdido
Angustia y belleza en ‘Otras voces, otros ámbitos’, de Capote
Un relato onírico poblado de personajes fantasmales y fantásticos -estos últimos parecen salidos de la mente del cineasta italiano Federico Fellini-, parajes desolados, solitarios y plagados de peligros, un púber huérfano de madre en busca de su padre, pero sobre todo de su identidad, hallará el lector en la novela corta ‘Otras voces, otros ámbitos’, del escritor estadounidense Truman Capote.
Publicada en 1948 por un joven Capote (tenía 23 años), esta narración es una metáfora sobre la madurez forzada de un adolescente enfrentado de pronto a una situación que debe comprender y asimilar… el desasosiego de ir en busca de un progenitor que ha estado ausente de su vida durante más de una década; saber que están en la misma casa y no poder verlo porque está enfermo.
En ‘Otras voces, otros ámbitos’ (Ediciones Debolsillo, Colección Contemporánea, 218 páginas, México, febrero 2013) la prosa casi poética de Capote muestra un gran manejo del estilo y refleja como un espejo la vida apacible, mordaz y llena de prejuicios de la sociedad sureña de Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XX. El autor contrasta las excentricidades de la clase media-alta venida a menos, con las creencias, magia y música de los negros llegados de África que tienen como sirvientes.
Un ambiente de sombras brillantes, casas polvorientas, presencias fantasmales y una naturaleza aterradora, extrema, reciben al adolescente Joel Knox en el Desembarcadero de Skully, un pequeño y desolado poblado en el profundo sur estadounidense.
Se trata de la historia iniciática de ese jovencito llegado de Nueva Orleans, donde vivía con la familia de una tía materna, a Ciudad Mediodía y el citado desembarcadero, lugar en el cual tendrá que convivir forzosamente con quienes habitan en esa casa, tan desconocida como su propio padre.
Ahí, en lentas espirales de humo colmadas de pasado, flotan los secretos de familia y lo empapan todo de presencias solapadas, almas subterráneas, múltiples dimensiones, silencios angustiantes y el transcurrir pesado del tiempo, como kilos de flores secas… un mundo demasiado insensible y extraño para un chico asustadizo como Joel Knox.
En el torturado ambiente de esta narración, que es de una belleza dolorosa y letal, los personajes que rodean a Joel resultan teatrales, excesivos e incluso a veces esperpénticos, contrastando con su figura casi angelical de púber inocentemente maduro.
Así, el misterio que acompaña la visión del mundo de alguien tan perceptible, se incrementa con la aparición de seres como las mellizas Idabel y Florabel -la imagen del bien y el mal-; Amy, una fantasmagórica mujer con una mano siempre enguantada -con una acosadora vocación de enfermera-; Randolph, el hombre que lleva el mando de la casa -afligido por extrañas inclinaciones que el lector descubrirá a lo largo de la narración-; Mr. Sansom, el padre de Joel -paralítico de ojos siempre abiertos, quien solo deja caer pelotas de tenis que se deslizan por todas partes-; Zoo, una joven negra al servicio de la casa –practicante de la magia negra, de los cantos africanos y del poder de la imaginación-, y Jesús Fiebre -abuelo de Zoo- y Pequeño Luz de Luna -asiduo visitante de Randolph-, dos viejos negros con algo de brujos.
Por las páginas de ‘Otras voces, otros ámbitos’ se escurre el misterio del porqué de todas las historias, no solo porque la novela está contada en tercera persona y se desenvuelve por sí misma, con origen y meta inciertos, sino porque dentro de ella los personajes también expresan en voz alta las palabras interiores que llegan hasta ellos desde algún lugar, de seres escondidos que imponen temor y reverencia… con sonrisa y cuchillo.
Capote mantiene el suspenso y provoca en el lector la desesperación de que el chico tiene oportunidad, pero no escapa de ese destino asfixiante, quizá cautivado por la extraña personalidad de Randolph, quien le habla como si fuera un adulto, con un lenguaje perspicaz y complejo, sin importarle que le entienda o no, pues sabe que el aliento vital de lo que le cuenta, le llegará perfectamente y le provocará sentimientos y sensaciones… un exorcismo mediante el cual reconoce que ser distinto representa un don y una condena.
La obra de Capote exige al lector percatarse de algunas sutilezas, sobre todo de la fatalidad que representa para alguien llevar la propia vida en la dirección deseada, especialmente la de un adolescente cuya infancia, pese a haber estado rodeada de una variedad de personajes, fue siempre introspectiva y solitaria.
El final de la novela ‘Otras voces, otros ámbitos’ es de una intensidad sobrecogedora.
Post Scriptum
Truman Capote (1924-1984) pasó gran parte de su infancia en Alabama, en el sur de Estados Unidos, acompañado de cuatro ancianos y, según confesión propia, comenzó a escribir para atenuar el aislamiento en el que transcurrió aquel tiempo. Truman cambió su apellido Strekfus Persons por el de Capote, cuando su madre contrajo segundas nupcias con el empresario cubano Joseph García Capote.
Cursó estudios en el Trinity School y la St John’s Academy de Nueva York y a los 17 años era un periodista consumado con un empleo en la exclusiva revista ‘The New Yorker’; a los 21 abandonó la redacción y publicó su relato ‘Miriam’ en la revista ‘Mademoiselle’, el cual fue distinguido con el Premio O’Henry.
La crítica lo consagró y le consideró discípulo de Poe, y calificó su estilo como ‘gótico introspectivo’; sin embargo alcanzó su mayor éxito con ‘A sangre fría’ (1966), una novela de no-ficción que inauguró el denominado ‘nuevo periodismo literario’. Otras de sus obras son ‘Un árbol de noche y otros cuentos’ (1949), ‘El arpa de hierba’ (1951), ‘Se oyen las musas’ (1956), ‘Desayuno en Tiffany’s’ (1958) y ‘Música para camaleones’ (1980).