Ráfaga/Jorge Herrera Valenzuela
Y para colmo, subirán las tasas de interés
· Se encarecerán deuda externa e importaciones
· Ningún buen futuro: más recortes presupuestales
Al derrumbe de los precios del petróleo, que ya ha afectado seriamente el comportamiento de la economía nacional, habrá que agregar un nuevo infortunio que vendrá del norte, generalmente la fuente de nuestras desgracias: un nuevo aumento de las tasas de interés, que impulsará al alza los costos financieros de los gastos en el exterior, o sea el pago de compromisos internacionales de la deuda externa, así como el pago de las importaciones de las materias primas necesarias para las manufacturas mexicanas.
El encarecimiento de los productos importados y el aumento de los montos de los intereses de la deuda serán un indeseable lastre en la economía, lo que generará condiciones para que no se cumplan los buenos propósitos de la Secretaría de Hacienda de lograr un crecimiento cercano al 4 por ciento este año y tampoco en el 2016, que sería la última oportunidad del sexenio para levantar el vuelo de la economía.
Si el producto interno bruto no repunta en 2016 el sexenio estará perdido. En el 2017 a nadie le interesará ser contundente en la búsqueda del repunte porque el interés por servir a la patria habrá menguado ya que el año siguiente, el 18, la clase gobernante y la clase política estarán en todo, menos en misa. Todo el mundo preocupado y ocupado por no caer en el error de quedar fuera del presupuesto de sueldos y salarios, bonos millonarios y prebendas. Será el comienzo de un nuevo sexenio. Y vivir fuera del presupuesto es vivir en el error, como dicen que decía el Charo Garizurieta.
El hecho es que el señor Luis Videgaray, a la sazón tesorero del señor Peña, estando en Londres como compañía del presidente, en la visita que éste realiza a Buckingham, se puso giro, lo que generalmente no hace en casa, y aseguró que en el 2016 ‘tenemos que gastar menos y gastar mejor’, por lo que anticipó más apretones de cinturón, o sea ajustes al presupuesto en 2016 ante un escenario económico volátil y la caída del precio del petróleo. Raro. Todo aconsejaría a liberar el gasto público, no subir los impuestos, para ayudarle a la curva de Gini a por lo menos estabilizarse, sino es que despuntar hacia arriba.
Pero bueno, en eso de las brujerías económicas el gusto se rompe en géneros. Y el gusto de ahora es a lo Opus Dei. Y como nosotros no tenemos ninguna vela en este entierro, tendremos que apechugar menos gasto y no sé cómo gastar mejor, si no habrá para gastar. Así pues, como lo han advertido observadores y analistas independientes, al túnel por el que vamos aún no se le ve ninguna luz que indicara que podemos salir.
«Para el año que entra tenemos que gastar menos y gastar mejor y por eso estamos trabajando ahora en la preparación del presupuesto con una metodología de base cero, que implica revisar la estructura programática completa del presupuesto», dijo Videgaray al respecto.
El reciente ajuste al presupuesto fue de tipo preventivo. «Lo hicimos para evitar tener un problema y para iniciar lo que será un proceso de ajuste presupuestal que continuará hacia 2016», agregó. Qué querrá decir el funcionario con “ajuste… de tipo preventivo”, si lo que hay que prever es un cambio radical de política económica que no obedezca a los principios neoliberales de los chicos de Chicago. Y en esto la sugerencia es, si les parece muy rudo consultar a con Carlos Marx, pues vayan a leer lo que sugieren los economistas que siguen a Keynes, que para estos menesteres es un referente más realista que los abuelos del Consenso de Washington y de los Hermanos Siameses.
Videgaray aclaró que es «todavía temprano para hacer una proyección de cuánto se podría recortar el presupuesto» en relación con el Producto Interno Bruto (PIB). Pues señor, lo que se recorte, sea lo que fuere, le dará en toda la móder a un producto interno bruto totalmente deprimido, que frisa su comportamiento en alrededor del 2 por ciento anual y que no tiene un futuro inmediato halagador.
Aunque concedamos que todavía les queda tiempo a los estrategas de ahora a septiembre. Digamos que en seis meses pueden cambiar el rumbo como lo reconoció el propio presidente Peña hablando para el FT de Londres. El gobierno federal presentará a la Cámara de Diputados, en septiembre venidero, el presupuesto 2016 y, como dice Videgaray, «dependerá mucho de cómo funcionan las distintas variables relevantes» como el nivel de producción del petróleo, el precio del energético y las tasas de interés en Estados Unidos.
Sin embargo, no se puede esperar cambios espectaculares en las variables mencionadas. Los niveles de producción del petróleo dependerán de los mercados. El precio del tambo de aceite no repuntará todavía. Y ya dijimos que las tasas de interés repuntarán. Lamentablemente todo indica que seguiremos subsistiendo en medio de la sequía del páramo.
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