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MÉXICO, DF, 12 de marzo de 2015.- Edmundo Valadés (1915-1994), miembro de la generación de escritores de medio siglo junto con Inés Arredondo, Emmanuel Carballo, Carlos Fuentes, Jorge Ibargüengoitia y Sergio Pitol, entre otros, logró abrirse camino entre ese cúmulo de autores “por su enorme labor constante en los periódicos y la gran pasión que sintió por la miniprosa”, informa la agencia de noticias del Estado mexicano, Notimex.
Así se expresó la escritora Beatriz Espejo (1939) al tomar parte en el homenaje que el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) rindió la víspera al cuentista sonorense con motivo del centenario de su nacimiento, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, donde se dieron cita familiares, amigos y lectores de Valadés.
En el acto en el que se manifestó la presencia de quienes desean escribir como ese autor, Espejo, quien ha destacado como autora, profesora e investigadora en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), agregó que el homenajeado sabía como construir una obra.
“Sabía, igual que lo sabían y siguen sabiéndolo todos grandes hacedores de prosas breves, que si no se da en el blanco se puede caer en el chascarrillo o en la vulgaridad, mientras que si se acierta, se crea un poema. La clave, dentro de lo apretado de las frases, es el remate deslumbrante”, señaló.
Por su parte, el cuentista mexicano Guillermo Samperio (1948), autor de novelas, literatura infantil, poesía y crónica, reconoció en Valadés “al gran promotor del cuento en este país, y supongo que quienes fueron adictos a la revista El Cuento que él editó, se han encargado de fomentar ese gusto entre sus alumnos, concretamente en el caso de los profesores y los talleristas”.
Autor de más de 25 libros publicados, Samperio se reveló como promotor de la poesía, tanto como del cuento, y subrayó que “esa gran aventura de Edmundo Valadés, su revista El Cuento, gestó un buen número de autores de ese género
“Muchos de nosotros nos topamos en las páginas de esa publicación con autores maravillosos que buscamos luego en librerías de viejo del Centro Histórico para conocer más de sus obras literarias”, rememoró.
Al evocar la obra y figura del homenajeado, uno de los principales promotores del relato breve y destacado narrador, ensayista y periodista, así como fundador de la citada revista, Samperio dijo que Valadés “fue la nave mexicana que atravesó los anchos mares de la literatura de la América Latina, porque en El Cuento reunió a los más grandes autores de esa región”.
En el acto, se recordó que el autor ahora centenario dejó como herencia los títulos La muerte tiene permiso, Las raíces irritadas (1957), Las dualidades funestas (1966), Adriana (1957) y Sólo los sueños y los deseos son inmortales, palomita (1980).
Así como Por los caminos de Proust (1974) y La revolución y las letras (1960), los cuales dan una clara cuenta del amplio dominio de la prosa que supo pulir y conservar durante su carrera.
Valadés, quien ganó la Medalla Nezahualcóyotl, otorgada por la Sociedad General de Escritores de México en 1978, formó a muchos de los escritores de narrativa breve y coordinó talleres de creación literaria.
Además, editó las antologías El libro de la imaginación (1970), Los grandes cuentos del siglo XX (1979), Los cuentos de El Cuento (1981), 23 cuentos de la Revolución Mexicana (1985) y Cuentos mexicanos inolvidables (1994).