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MÉXICO, DF, 2 de abril de 2015.- De los poetas Efraín Huerta (1914-1982), José Revueltas (1914-1976) y Marco Antonio Campos (1949), fueron editados discos compactos a través de los cuales el público puede escuchar fragmentos de sus obras en sus propias voces.
Se trata de tres nuevas entregas de la colección Voz viva de México de la Dirección de Literatura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con lo que esa casa de estudios sigue el homenaje nacional que el año pasado se rindió a Huerta y Revueltas por el centenario de su nacimiento y los 65 años que Campos cumplió en febrero de 2014.
Efraín Huerta, Obra reunida, está acompañado de un cuadernillo con una presentación de José Emilio Pacheco y Cristina Pacheco. Aquí, Huerta lee La mujer ebria, El río, La negra fea, Canción, Las nubes, Praga, mi novia, Avenida Juárez, El viejo y la pólvora y Responso por un poeta descuartizado, entre otros poemas de él mismo.
José Emilio Pacheco escribió en la presentación un Esquema para un diccionario de la poesía de Efraín Huerta. Pacheco, gran conocedor de la obra de ese poeta, señala que Huerta es de aquellos poetas para quienes los demás existen. Su poesía está llena de gente. No le da vergüenza hablar de sus prójimos más próximos, sobre todo sus hijas y su hijo.
Cristina Pacheco traza una semblanza del poeta de quien dice: «Huerta no era solamente el poeta de la ciudad, era su voz, su corazón doliente y sarcástico. Muchos de quienes lo conocimos cometimos la deslealtad que hacemos padecer a las personas y a los lugares más queridos: Visitarlo poco, sabiendo que estaba cerca, a la vuelta de la esquina…».
La otra entrega de la Dirección de Literatura de la UNAM es José Revueltas, El luto humano (fragmentos). Eduardo Lizalde escribió en la presentación del cuadernillo que acompaña al disco compacto donde el autor lee fragmentos de El luto humano, que los siniestros años 30 dejaron cicatrices largas en el espíritu de José Revueltas.
Para Lizalde, Revueltas había mostrado el mundo de la suprema enajenación presentando al lector el panorama de los verdugos y los seres primitivos de El luto humano, «pero había que hacer una novela que se ocupara con detalle de la enajenación del hombre en un terreno más dramático y confuso: El de los hombres llamados a conducir la historia».
Finalmente, Marco Antonio Campos. No para mucho tiempo, contiene dos poemas inéditos de este autor, La poesía y De lo poco de vida, además de otros incluidos en sus libros Los adioses del forastero, La ceniza en la frente y Viernes en Jerusalén.
Hugo Gutiérrez Vega, actor, abogado, diplomático, poeta y catedrático, escribió al respecto: «Es un escritor que nunca ha conocido el tedio, ese demonio que destruye vidas y anula los destinos humanos. Viaja por el mundo y se enamora de las ciudades, sus calles, sus historias y su literatura. Por eso, a lo largo de su vida ha conocido Viena, París, Madrid, Jerusalén, Salzburgo, Bogotá y hasta la ciudad sede de la Universidad Mormona, Salt Lake City».
El maestro Gutiérrez Vega lo describe como «conocedor a fondo de los temas que trata, traductor minucioso, y sobre todas las cosas, poeta, aunque la narración, el ensayo y el periodismo cultural, muy particularmente el género de la entrevista que domina de manera magistral, han llamado su atención y se ha dedicado a ellos con denuedo y pericia.