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MÉXICO,DF., 4 de Abril de 2015.- Cientos de hombres junto con sus enormes cruces de madera aguardan bajo el incandescente sol. Sus edades son variantes. Los hay desde muy jóvenes hasta uno que otro sesentón y las únicas dos cosas que tienen en común son: que cumplirán una manda, y que esa manda deberá ir acompañada de un sobreesfuerzo humano, el cargar una cruz que pesa poco más de 70 kilos, durante varias horas, hasta llegar a la punta del Cerro de la Estrella, en la Delegación Iztapalapa.
Es Viernes Santo. Y a lo largo de las calles que conforman los ocho barrios de Iztapalapa se observan a varios cientos de hombres – y también algunas mujeres- en las banquetas con sus cruces bajo estos 26 grados centígrados de temperatura, gracias a este sol que pareciera quererle quemar la cabeza a cualquiera.
A todos estos participantes se les llama nazarenos. La enorme mayoría son originarios de esta demarcación y se encuentran a la espera de que Jesús de Nazaret pase por su calle, escoltado por soldados romanos –y custodiado por elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del DF- tras haber sido condenado.
Los nazarenos compartirán entonces junto con él este vía crucis que durará varias horas, al caminar por varios callejones, avenidas, calles y luego, lo peor: la tan pronunciada como pesada subida rumbo al Cerro de la Estrella.
Desde hace algunos años el Comité Organizador de Semana Santa en Iztapalapa AC, sugirió a las mujeres no cargar cruces. El por qué, explicaron, es biológicamente simple: La constitución de una mujer, consideran, es mucho más vulnerable a cargar una cruz con un peso de 70 kilos en un trayecto de 12 kilómetros, que el de hombre.
Sin embargo y en contraste a este exhorto, han sido varias las mujeres que se han rebelado tras argumentar una cuestión muy simple: la profunda necesidad de ayuda celestial para algún caso de vida o muerte de un hijo, o un marido, las hace ser parte de los nazarenos con cruz.
Adrián García, es un jovencito, moreno brioso que se encuentra recostado en una banqueta. Su figura es esbelta. Trae un pantalón caqui y el torso desnudo. Se incorpora de inmediato cuando se le pregunta si Quadratín México le puede hacer una breve entrevista. Tiene apenas 21 años, dice. Trabaja en una fábrica en donde su función es empacar cualquier cantidad de tiliches.
Comenta que este 2015 no ha sido muy bueno para su familia, en especial para su bebito de apenas un año y para su mamá. La salud de ambos, abunda, no anda muy bien. Por eso decidió hacer esta manda.
“Le diagnosticaron unos miomas a mi mamá en los senos. Y además ha tenido contratiempos con su salud… Además mi hijo ha estado muy malo desde que empezó el año… Se me ha enfermado muy seguido de la garganta. De hecho hubo un tiempo que lo tuvimos tres días internado en un hospital por lo mismo”, comenta mientras desvía la mirada.
Al cargar mi cruz “le pedí a Dios que me echara la mano a que saliera bien. Que realmente no pase a mayores lo de mi mamá y por eso lo de la manda, por eso estoy cargando esta cruz”, prosigue. El joven nazareno, caminó por la mañana cerca de 10 kilómetros cargando los 70 kilos de madera que pesa su cruz. Atravesó distintos barrios, junto a varias imágenes de vírgenes, y ahorita que pase el Jesús de los cristianos caminará cerca de 5 kilómetros más.
Carlos Manuel tiene 23 años y también ya es padre de familia. Trabaja en una boutique de ropa en el Centro Histórico, y su función es estar en el mostrador. La principal razón por la que soy nazareno esta vez, dice, es por mi hijo. “Porque esté bien. Porque siempre tenga salud, y claro porque yo tenga trabajo y mi familia tenga salud y todos estemos unidos”, expresa.
Sobre los meses que tuvo de preparación para tener un acondicionamiento físico adecuado y caminar 15 kilómetros con una cruz de 70 kilos a cuestas, él responde con franqueza que no la tuvo. “No, yo no me preparo. Aquí la cosa es tener fe y así salgo bien”, refiere.
Pablo es el más joven de los entrevistados. Es un chico preparatoriano. No más de 17 años. Los barros y sus frenillos en los dientes lo dicen todo. Comenta que el ser nazareno es cosa común en su familia. “Esto es una tradición que nos inculcaron a todos desde pequeños, mis primos, mis hermanos y mis tíos siempre hemos salido. Somos del Barrio de Santa Bárbara y ahí se inculca eso”, expresa con orgullo.
-¿Existe algún motivo especial para ser nazareno este año?.
– Mi mejor amiga murió hace cinco años, y desde entonces prometí recordarla cada año de esta manera.
-¿Cómo murió, era tan joven como tú?
– Falleció por una enfermedad, tenía una infección en la sangre, por eso cargo mi cruz y soy nazareno. Lo hago en recuerdo de Yarazeth,