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MÉXICO, DF, 10 de abril del 2015.- El cambio climático no es exclusivo de nuestros tiempos, pues la Tierra es capaz de regularse periódicamente en este aspecto. Es cierto que la humanidad ayuda a este proceso, pero en una parte mínima y el hombre es egocentrista al sentirse único responsable. En realidad el planeta es capaz de destruirse sin ayuda alguna, aseguró Juan Francisco Sánchez Beristáin, de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM.
Al impartir la conferencia ‘Uso de fósiles y sedimentos carbonatados para el estudio de variaciones climáticas’, en el auditorio del Instituto de Biología (IB) de esta casa de estudios, agregó que nuestro mundo experimenta mutaciones de temperatura cada 400 mil años.
“Este lapso no es exacto y depende de variables, como las estaciones registradas cada 25 mil, 40 mil o hasta 100 mil años que, al conjuntarse, generan ciclos bruscos y extremadamente cálidos o fríos. Sin embargo, no debemos preocuparnos por el siguiente, pues será dentro de cuatro o cinco mil años y para entonces no estaremos aquí”.
Entre las incidencias que se avecinan, el experto señaló que en los próximos meses habrá un episodio solar relacionado con manchas en su superficie. “Esto se da cada ocho o 13 años”.
Nuestro planeta no necesita la polución humana para un cambio climático, pues posee su propia fábrica natural de dióxido de carbono (CO2): los volcanes. “Los gases producidos por un cráter aumentan la temperatura en el orbe. De hecho, hubo una época de alto vulcanismo que generó la mayor extinción antes del periodo Triásico y convirtió en desierto más de la mitad de la superficie expuesta de la Tierra, apuntó.
Pero, ¿cómo combatir el calentamiento global?, planteó el conferencista. Para ello, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) creó el Protocolo de Kioto, al que afortunadamente muchos países se suscribieron. Además, podemos aportar a esta lucha al no utilizar aerosoles con clorofluorocarburos, al contaminar menos y al privilegiar al transporte público o la bicicleta sobre el automóvil.
Fósiles y sedimentos
Con el objetivo de entender alteraciones acontecidas hace miles de años, Sánchez Beristáin se ha especializado en el estudio de fósiles y sedimentos carbonatados.
Entre los primeros, las esclerosponjas resultan particularmente útiles por ser organismos que al morir formaron carbonatos biogenéticos, depósitos en los que es posible analizar las condiciones de salinidad y la conservación de ciertos gases, elementos y trazas indicadoras de eventos de vulcanismo explosivo, producto del choque de las placas tectónicas.
Mientras, los segundos revelan —mediante agentes acuáticos— si fueron lavados por la lluvia o por el correr de los ríos desde el pico de los volcanes hasta desembocar en el océano.