Poder y dinero/Víctor Sánchez Baños
Nota roja, cosa de todos días
La violencia se ha convertido en lo cotidiano a lo largo y ancho de México, hace mucho tiempo que la nota roja pasó a ser parte de las primeras planas de los diarios, los estelares de la televisión y los tiempos de privilegio en la radio, sin olvidar que se tiñe de negro o rojo las plataformas digitales, sobre todo las redes sociales.
El crimen se ha convertido en la peor pesadilla de los mexicanos y de sus gobernantes, que no encuentran la forma de controlar a los delincuentes, ordenar los cuerpos policiacos, combatir en serio la corrupción y detener a los verdaderos enemigos de la sociedad mexicana.
Seguramente no hay día en que no haya una nota roja que ocupe espacios destacados en los medios de comunicación, cualesquiera que sean: el robo de material radiactivo o el de oro en un mina, la balacera en Tamaulipas o los asaltos en el Distrito Federal, lo mismo que la creciente delincuencia en el Estado de México o la soterrada de Michoacán o Guanajuato. Guerrero está que arde, Veracruz no se salva y muchos otros estados viven con “el Jesús en la boca” ante la inseguridad.
Las autoridades federales, estatales y municipales aseguran que el crimen es combatido a diario y seguro que así es, pero también es verdad que a juzgar por las olas incesantes de inseguridad la batalla la ganan los criminales. Nada hay nada que moleste más a los gobernantes que se diga que los criminales dominan muchos puntos del territorio nacional, que son amos y señores, que tienen a su servicio a cientos o miles de matones y que corrompen a su antojo a autoridades locales o las intimidan para controlarlas o las asesinan cuando no cumplen con sus deseos.
Esa es la realidad que surge de las noticias que llegan a los medios, un empresario minero canadiense y otro mexicano reconocen que las bandas del crimen organizado extorsionan, roban, corrompen y saquean impunemente. Desde hace varios años grandes empresas sufren los ataques de la delincuencia, no denuncian judicialmente, saben que cuando lo hacen no pasa nada o se endurece el trato de las bandas en su contra.
Los viejos cárteles de las drogas han mutado o han surgido otros que les superan en el campo delictivo. Es posible que sean menos poderosos en el terreno económico, pero son más duros, con secuestros, asesinatos y extorsiones imponen su dominio. Esta es una negra realidad, ante la cual el gobierno debe combatir a los delincuentes, no darles reposo y acabar con sus cómplices o protectores, pero también tiene otra difícil misión: convencer a la sociedad que se pase de su lado, que sea el pilar de la construcción una nación liberada del crimen organizado o común.
Hojas extraviadas
En medio de la avalancha de notas rojas de la radio se dan informes de cuando en cuando sobre colombianos que han sentado sus reales en México para robar casas, clonar tarjetas de crédito y uno que otro delito en que estos delincuentes suramericanos son especialistas. Algunos han entrado y salido de la cárcel, indican los informativos, quizá también lo hayan hecho del país.
Extraño caso, las autoridades saben de los malvivientes extranjeros, sus modos operandi, que adquieren documentos falsos y muchas cosas, pero siguen libres y delinquiendo…