Descomplicado
Ravelo Galindo, afirma:
A 180 kilómetros por hora manejó el auto en Chihuahua. Fue una nueva acción del joven mandatario. Y lo curioso del caso es que nadie le hizo la prueba del alcoholímetro. Ni le levantaron infracción. Solo se rieron de la “ocurrencia” que puso en peligro la vida también de su acompañante. Seguramente se sintió Rápido y furioso. Ojalá, es mera sugerencia, no se le ocurra tripular el helicóptero Uno. O el avión de siete mil millones de pesos, que aún no estrena. Ni modo. Qué más cosas veremos.
Esta ocurrencia nos permite compartir una historia de soberbia que habla por sí sola y es, obvio, muy sencilla:
Iba un hombre en su auto por una larga y solitaria carretera cuando de pronto su coche comenzó a detenerse hasta quedar estático. El hombre bajó, lo revisó, trató de averiguar qué era lo que tenía. Pensaba que pronto podría encontrar el desperfecto pues hacía muchos años que lo conducía; sin embargo, después de largo rato se dio cuenta de que no encontraba la falla del motor. En ese momento apareció otro vehículo, del cual bajó un señor a ofrecerle ayuda.
El dueño del primer auto dijo: Mire, éste es mi auto de toda la vida, lo conozco como la palma de mi mano. No creo que usted sin ser el dueño pueda o sepa hacer algo.
El otro insistió con una cierta sonrisa, hasta que finalmente le dijo: Está bien, haga el intento, pero no creo que pueda, pues éste es mi auto.
El segundo echó manos a la obra y en pocos minutos encontró el daño que tenía el auto y lo pudo arrancar.
El primero quedó atónito y preguntó:
— ¿Cómo pudo arreglar el fallo si es mi auto?
El segundo contestó:
— Verá, mi nombre es Félix Wankel… Yo inventé el motor rotativo que usa su auto. Lo conozco como la palma de mi mano, aun cuando no sea mío. Pero, advirtió, no lo corro más de lo debido.
Grata lección. Cuántas veces, por soberbia decimos: Esta es MI vida; Este es MI destino; Esta es MI casa…Este es mi país… ¡Déjenme a mí, sólo yo puedo resolver el problema!
Al enfrentarnos a los problemas y a los días difíciles creemos que nadie nos podrá ayudar pues «Esta es MI vida».
Para demostrar nuestra equivocación por la soberbia nos hicieron unas preguntas: ¿Quién hizo la vida? ¿Quién hizo el tiempo? ¿Quién creó la familia? Y nos recordaron que solo aquel que es el autor de la vida y el amor, puede ayudarte cuando te quedes tirado en la carretera de la vida.
Ojalá que quien corre desaforado lo comprenda y regrese arrepentido a realizar bien su tarea. Así de simple