Atacan casa del subsecretario de Seguridad de Solidaridad, Quintana Roo
MEXICO, DF, 14 de mayo de 2015.- El poco alentador escenario económico para el presente año provocaría un leve aumento en la tasa de desempleo regional hasta 6.2 por ciento en 2015 luego de haber registrado 6.0 por ciento en 2014, según estimaciones dadas a conocer hoy por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
En la más reciente edición de la publicación conjunta Coyuntura laboral en América Latina y el Caribe, ambas instituciones señalan que la expansión de la actividad económica esperada para la región de 1 por ciento promedio impediría revertir el proceso de desaceleración iniciado en 2011.
El estancamiento del producto interno bruto (PIB) per cápita debilitaría la demanda laboral y, por lo tanto, la generación de empleo asalariado. Se pronostica así una caída en la tasa de ocupación urbana -es decir, la relación entre la población ocupada y el número de personas que integran la población en edad de trabajar- en la región por tercer año consecutivo.
El informe indica que a nivel regional se espera que la caída de la participación laboral –es decir, la proporción de la población en edad de trabajar que está dentro de la fuerza de trabajo, ya sea ocupada o desempleada– observada en 2014 no se mantenga con la misma magnitud en 2015, lo que sumado a la disminución de la tasa de ocupación provocaría un aumento en el desempleo abierto, que se ubicaría en los mismos niveles de 2013.
“El escenario del mercado laboral que se avizora en el año 2015 no es muy alentador para la búsqueda de progresos sustanciales que ayuden a alcanzar mejoras en términos de pobreza y desigualdad”, señalan Alicia Bárcena, secretaria Ejecutiva de la CEPAL, y Elizabeth Tinoco, directora de la Oficina Regional de la OIT para América Latina y el Caribe, en el prólogo del documento.
El informe indica que durante gran parte de la década pasada y a inicios de la década actual, América Latina y el Caribe logró importantes avances en la reducción de la pobreza y la distribución de ingresos, en un contexto global que se caracterizó por crecientes niveles de desigualdad.
Estas mejoras se debieron a las tendencias positivas que mostró el mercado laboral, como la fuerte generación de empleo asalariado y la reducción de las brechas de ingresos laborales. A ello se añadieron políticas públicas tanto laborales (salario mínimo, formalización, inspección) como no laborales (expansión de los sistemas de protección social y de la educación).