El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
Toda elección, por pequeña e insignificante que sea, deja una enseñanza. Las que se pueden extraer de los comicios intermedios del domingo pasado son múltiples.
Ciertamente, el presidente Enrique Peña Nieto puede ufanarse de haber recibido un endoso para el segundo tramo de su mandato. Y necesitaba con urgencia oxígeno puro, pues a partir de octubre pasado su popularidad iba en picada y enfrentaba la peor crisis política y social desde que asumió su mandato hace dos años y medio, tras la desaparición de 43 estudiantes el 26 de septiembre pasado en Guerrero.
Ello, sin contar que la turbulencia económica mundial, sobre todo la caída sostenida de los precios del petróleo -que pasaron de 100 dólares el barril en los mercados internacionales en junio pasado, a menos de 40 en enero último-, que amenaza con frustrar las reformas estructurales aprobadas el año pasado por el Congreso gracias al Pacto por México.
Es decir, el gobernante mexicano logró pasar la prueba del ácido con el triunfo de su partido en las elecciones legislativas intermedias, mediante las cuales todo apunta que el PRI habría conquistado la mayoría en la Cámara de Diputados, con apoyo de sus socios del Verde Ecologista y Nueva Alianza y en 4 o 5 de las gubernaturas en disputa.
La noche del domingo, en un mensaje por cadena nacional, Peña se comprometió a trabajar con los representantes electos sin distinción partidista y prometió mantener una política de acercamiento y diálogo.
Sin embargo, este espaldarazo del electorado, que acudió a las urnas en una proporción mayor a la esperada -sorprendentemente con una tasa de alrededor del 48 por ciento-, no debe interpretarse como un cheque en blanco.
Peña Nieto, el PRI y los otros partidos deben tomar nota de la forma en que habló el pueblo a través de las urnas.
Es verdad que el PRI con el PVEM y el Panal podrían conseguir quizá la cifra mágica de 251 escaños en la Cámara de Diputados y con ello sacar adelante más reformas que están pendientes, pero ni esa fuerza política ni el propio Peña Nieto pueden cerrar los ojos a la nueva realidad
Y esa nueva realidad es que los resultados de los comicios reflejan un hartazgo, un hastío, un ya basta, a la política tradicional, a las componendas, a la ineptitud, las corruptelas y principalmente los “moches”.
Que un candidato outsider, es decir, ajeno a los partidos, como Jaime Rodríguez “El Bronco” -aunque es verdad que militó en el PRI, con el que ganó la alcaldía de García, un pequeño pueblo de la periferia de Monterrey-, haya vencido al PRI en una proporción de 2 a 1, no es gratuito.
Es una forma de gritar que los neoloneses no se merecen a una mujer como Ivonne Álvarez -cuya trayectoria deja mucho que desear y cuyo mayor mérito parece haber sido presentadora de música grupera y conductora de noticieros de la farándula-, porque su paso por el Senado fue más bien efímero y gris, como lo fue su cargo al frente de la alcaldía de Guadalupe, donde prometió no dejar inconclusa su gestión y no cumplió.
Sin embargo, en el contexto global, los resultados de las elecciones intermedias plantean más incógnitas que certezas a los ciudadanos, respecto al futuro. Sin restar mérito a la afluencia a las urnas del casi 48 por ciento de los 83 millones de votantes inscritos en el padrón, sería aventurado afirmar que la democracia se consolidó y que hay un viraje en el rumbo político del país.
El “Bronco”, a pesar de ser el primer candidato “independiente” en ganar una elección, no ha sido el único aspirante que busca otra opción por despecho, y resulta electo tras abandonar las filas de algún partido, en este caso del Revolucionario Institucional.
Si bien es cierto que no fue cobijado por ninguno de los llamados partidos “tradicionales”, tendrá ahora que pasar la prueba de fuego, una vez que asuma la gubernatura y presente su plan de gobierno.
Ahí se sabrá si gobernará para la clase empresarial, que se sabe financió su campaña o si favorecerá a las clases populares que votaron por él y lo llevaron al palacio de gobierno.
Aunque es evidente el hartazgo social del sistema de partidos por el descrédito que han acumulado, lo cierto es que aún está lejano el día que la cultura política cambie para dejar en manos de “ciudadanos” la conducción de los gobiernos municipal, estatal y federal.
Es innegable -como lo han advertido algunos expertos-, que se corren riesgos importantes al elegir candidatos “independientes”, porque puede caerse en los extremos populistas o dictatoriales.
Hay un ejemplo en la historia reciente de América Latina muy elocuente que prueba este aserto, como el de Alberto Fujimori, en Perú, quien terminó en la cárcel por actos de corrupción.
Vicente Fox -aunque postulado por el PAN-, en realidad era un hombre de fuera del sistema político, que logró capitalizar todo el hartazgo antipriista para conquistar el poder, y aunque no se convirtió en dictador, en cambio fue un gobernante blandengue e inútil –por decir lo menos-, que dejó intacta la red de intereses prevaleciente, pero aseguró grandes recursos para su prole de hermanos, mujer e hijastros.
Sin hacer un análisis a futuro, ciertamente en la personalidad de “El Bronco” se advierten ya ciertas vertientes populistas que llevaron al ex presidente Felipe Calderón a calificarlo como “un nuevo Hugo Chávez”.
Por otra parte habrá que ver si lo dejan gobernar, pues tendrá que cohabitar con un Congreso estatal que será dominado por panistas y priistas. Pero si hace a un lado sus ropajes populacheros, ojalá se convierta en un hombre de Estado que gobierne para beneficio de todos. No obstante eso está por verse y desafortunadamente pocas veces me he equivocado al realizar mis juicios.
En todo caso, es seguro que la opinión pública seguirá muy de cerca a los “independientes” y si tienen éxito y demuestran que pueden ser mejores que los políticos a la vieja usanza, seguramente tendremos un candidato “independiente” a la presidencia en 2018, con buenas posibilidades de triunfo.
Por lo pronto ya se habla de que el excanciller foxista, Jorge Castañeda – quien fue el primero en litigar internacionalmente para que en México se aprobaran las candidaturas independientes-, comienza a sondear el terreno para postularse en los comicios que se efectuarán dentro de tres años.
Lo que sí es verdad, es que los partidos deben poner las barbas a remojar y cambiar sus prácticas, por cuanto la elección del domingo demostró que los mexicanos ya no toleran más las prácticas corruptas y demagógicas de las formaciones políticas y exigen un cambio.
Es verdad que los partidos son indispensables y -parafraseando a Winston Churchill, el ex primer ministro británico que llevó a su país a triunfar en la Segunda Guerra Mundial-, son la peor opción, excepto todas las demás, pero también es cierto que se les puede cambiar desde la raíz para que funcionen de acuerdo a los intereses de la sociedad y no como una estructura mafiosa, como parecen serlo hasta hoy.
EL SALDO ELECTORAL PARA LOS PARTIDOS
El PRI podrá presumir que ganó cinco de las 9 gubernaturas en disputa, si se confirma su victoria en San Luis Potosí y en Colima, así sea por estrecho margen, pero no debe olvidar que el PAN conservó Baja California Sur y le arrebató Querétaro.
El mismo PAN también tiene que observar los resultados de la elección en la sintonía correcta, porque hoy debe lamentarse el no haber hecho declinar a su candidato Felipe Cantú a favor de “El Bronco”, porque ahora estaría de plácemes.
En cuanto al PRD, las lecciones que debe asimilar son mucho mayores. Por su soberbia, porque perdió el piso y porque no supo escuchar la voz de la gente, perdió la mayoría en la Asamblea Legislativa en el Distrito Federal y al menos la mitad de las delegaciones del Distrito Federal. Con estos resultados, tal parece que las ambiciones del jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera de postularse a la presidencia, se han ido por el caño.
Su único triunfo en Michoacán se debe más a la figura moderada de un político profesional como Silvano Aureoles, quien ahora se perfila mejor para la candidatura hacia Los Pinos.
El PRD también sufrió una derrota humillante en la Cámara de Diputados, donde pasó de tener 99 miembros a alrededor de 50.
El Movimiento de Renovación Nacional (Morena), de Andrés Manuel López Obrador, es el otro gran vencedor de los comicios del domingo, pero porque se montó sobre las ruinas del PRD.
Habrá que ver si tiene la capacidad de expandir su influencia fuera de la capital, el Estado de México y si acaso Tabasco y en menor medida Guerrero y Michoacán.
Resulta alentador que haya habido una participación de entre el 47 y el 48 por ciento, 6 puntos más que la pasada elección federal, y la tercera con mayor participación ciudadana, si se toma en consideración el número de votantes de las elecciones de 1991 y 1997, que registraron más del 55 por ciento del padrón.
También es de celebrarse que el movimiento para el voto en blanco y el voto nulo, no haya prosperado.
Para beneficio de todos, 2 formaciones políticas minoritarias, el Partido del Trabajo (de izquierda) y el Partido Humanista (de derecha), perderán casi seguramente su registro al no obtener al menos el 3 por ciento de la votación total que se requiere como mínimo para su permanencia. Hasta ayer los votos del PT le hacían soñar con alcanzar al menos la cifra mágica y seguir disfrutando de las millonarias prerrogativas.
Más allá de los resultados y las cifras, llaman también la atención otros 2 personajes que obtuvieron inesperadas victorias en estas elecciones.
El primero es Pedro Kumamoto, un promotor cultural de 25 años, que como candidato independiente conquistó un escaño en el Congreso de Jalisco. Logró la victoria con un capital de 18 mil 500 pesos, una gran dosis de entusiasmo, un enorme carisma, sentido de liderazgo y una gran capacidad para usar las redes sociales a su favor.
El joven fue presidente de la Sociedad de Alumnos del Instituto Tecnológico Autónomo de Occidente, una universidad jesuita y encabezó el Observatorio Legislativo en su universidad, dedicado a supervisar el comportamiento de los diputados, que le sirvió de plataforma para lanzarse al ruedo político.
Kumamoto se postuló por el distrito 10 de Jalisco, que abarca la zona poniente del área metropolitana de Guadalajara, en el municipio de Zapopan, el cual ganó con 38.4 por ciento de los votos y obtuvo una ventaja de 2 a uno respecto a su principal competidor.
El otro caso llamativo -por no decir un insulto a la gente pensante y productiva de Morelos-, es el del futbolista Cuauhtémoc Blanco, quien a sus 42 años todavía hace unas semanas pateaba la pelota en una cancha profesional, y aunque inculto e iletrado para otra actividad que no sea el negocio del balompié, hoy se prepara para asumir la alcaldía de Cuernavaca.
Desafortunadamente, Blanco se impuso -por un supuesto voto de castigo o apatía del electorado morelense, que anticipo será como una maldición al paso de los meses-, a quien fue mano derecha del gobernador estatal Graco Ramírez, Jorge Messeguer, y a la priista Maricela Velázquez. El ex delantero del América y del Puebla, el último equipo en el que militó, ganó por apenas 4 puntos de diferencia a la candidata del PRI.
Empero, esos últimos 2 casos deben leerse también como una señal de que los ciudadanos ya estamos hartos de los políticos de siempre y que necesitamos líderes positivos, honestos y preparados, que realmente quieran a su país; sangre nueva que fluya por las arterias de nuestro oxidado sistema político.
GRANOS DE CAFÉ
…Ante la vorágine de acontecimientos por los resultados electorales y la falta de espacio, en la próxima columna daré respuesta puntual a una ingrata misiva que, colérica, me dirigió la señora Bertha Rojas, hermana del todavía panista Francisco Rojas Toledo, aspirante a la alcaldía de Tuxtla Gutiérrez, quien recientemente fue expuesto ante la opinión pública nacional en un video en el que se observa que recibe -como “moche” de un empresario poblano-, varios paquetes de efectivo que sin reparo se llevó en una caja de zapatos.
Debo aclararle a los familiares del hasta hoy militante panista, que soy un periodista profesional, con mucho prestigio y carrera universitaria, y a pesar del áspero mensaje de su hermana -y a diferencia de sus corifeos locales que está acostumbrados a festejarle todas sus acciones-, viajé a la capital chiapaneca y me comuniqué con él vía mensaje telefónico, para hacerle una entrevista sobre el particular.
Le escribí que ésta sería publicada textualmente, sin ningún tipo de edición, para darle garantías de que sus respuestas no serían tergiversadas ni sacadas de contexto. No obstante mi ofrecimiento, hasta hoy, no tengo respuesta alguna… Sus comentarios envíelos al correo [email protected]