El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
Puedes enojarte con Dios
Nos negamos a suponer siquiera que doña Margarita haya hecho su declaración rumbo a Los Pinos, en la condición como la hizo don Felipe contra el hoy electo gobernador de Nuevo León. No. Ella, según nos dicen, abomina el alcohol. Pero la aplaudimos porque tiene razón: “Aunque todos somos del mismo barro. No es lo mismo bacín que jarro”.
Quiere, según su premonición corregir lo malo que hizo el anterior mandatario, su marido, y lo que no ha hecho bien, hasta ahora, al que quiere reemplazar. Tiene valentía la mujer por lo que de ninguna manera se le puede equiparar con don doña Martita. Dios nos libre. Pero no está exenta de aceptar algunas sugerencias.
Las pláticas que en Oslo, Noruega, tuvimos durante nuestra estancia, iban dirigidas a los jóvenes. Pero ahora, muchos años después, comprendemos que son para todos. Por ello las releímos y tras meditarlo las damos a conocer. Con añadidos propios, seguros estamos servirán de algo.
Recuerda que no siempre la vida parece justa, pero aun así es buena. Cuando estés en duda con ella, toma el siguiente consejo porque es demasiado corta para desperdiciarla con odio.
Añadiríamos también: “Puedes enojarte con Dios. Él te comprende y perdona”. Porque recapacitas, a tiempo.
Es cierto que tu trabajo no te cuidará cuando estés enfermo. Tus amigos y parientes si lo harán. Manténte en contacto con ellos.
No tienes que ganar cada argumento. Acuerda estar en desacuerdo.
Llorar con alguien es más curativo que llorar solo.
Ahorra para tu jubilación, desde tu primera quincena.
Has la paz con tu pasado, para que no perjudique a tu presente.
Está bien que tus hijos te vean llorar, por culpa de tu cónyuge.
No compares tu vida con la de otras personas. No tienes idea de la trayectoria de su vida.
Si una relación debe de ser secreta, no debes involucrarte en ella.
Toma un respiro profundo. Eso calmará tu mente.
Desházte de todo no que no sea útil, bello o placentero.
Lo que no mata, te fortalece.
Nunca es demasiado tarde para tener una niñez feliz, pero la segunda depende totalmente de ti y de nadie más.
Cena con velas, disfruta las mejores sábanas y vajillas. No guardes nada para ocasiones especiales. Hoy no es extraordinaria.
Prepárate en exceso y después ve con el flujo.
Se excéntrico ahora. No esperes a ser viejo para usar colores vibrantes.
No olvides que el órgano sexual más importante es el cerebro.
Nadie está a cargo de tu felicidad, excepto tú.
Perdónale cualquier cosa a cualquier persona. Hasta la “cruda”. Y si le preguntas qué le harías si vuelve a beber. No te extrañe que te pida “chilaquiles”.
Lo que otros piensen de ti, no es cosa tuya…
El tiempo cura casi todo, sólo dale tiempo al tiempo, diría Renato Leduc, en el Club Primera Plana.
No te importe si una situación es buena o mala, va a cambiar. Cree en milagros. Como nosotros.
No te tomes a ti mismo tan en serio, pues nadie más lo hace.
Pelea las viejas batallas o la alternativa es morir joven.
Tus hijos, como tú, sólo tendrán una niñez.
Lo que realmente importa al final es lo que con certeza amaste.
Sal todos los días. Los milagros esperan en todas partes. Palabra que sí.
Si todos tiráramos nuestros problemas y luego pudiéramos ver los problemas de los otros, gustosos volveríamos a cargar los nuestros.
La envidia es perder el tiempo, pues cada quien tiene todo lo que necesita. O cree merecer.
Lo mejor está por llegar. Así lo creen en Los Pinos. Y muchos de nosotros, también.
No importa cómo te sientas, levántate, vístete y preséntate. Y si estás solo, mejor.
Amóldate, la vida no viene atada con un moño, pero aun así es un regalo.