Teléfono rojo/José Ureña
La economía no da más de sí
No sé de dónde sacan tan alegre optimismo los jóvenes economistas toluqueños, pastoreados por don Luis de Malinalco, para asegurar que la economía nacional marcha y marcha bien, que no sólo no hay problemas sino que los mexicanos y las mexicanas, o sea las señoras de la casa, ya tienen poder de compra por lo que el mercado interno va recuperándose.
De dónde, don Luis. Los porcentajes del decrecimiento económico no dejan mentir a esta realidad tozuda. El optimismo mexiquense sólo es eso, un espejismo creado por imaginaciones calenturientas que lo único que buscan es que la mediática diga que el gobierno del presidente Peña Nieta es de pura gente de excelencia.
La verdad es que la realidad es la que al final de cuentas vale. Y desmiente a los propagandistas de la mentira. La economía nacional sigue mal y de malas. Y se refiere a la economía real, la que viven y tratan de construir los empresarios medianos, pequeños, micro y por supuesto los cincuenta y tantos millones de individuos e individuas que integran la población económicamente activa.
Y esa economía real nomás no crece. Y no sólo no crece sino que retrocede ni tan silenciosamente. Dinero para medio comer, medio curarse, medio taparse, medio vestirse, hay muy poco. Y para divertirse y amarse, por lo menos en un hotelito de Tlalpan, pues sencillamente no hay.
No es lo mismo, don Luis, la economía de Malinalco, que permite mantener una casita de siete millones de pesos, o una casita alba en Las Lomas, que cuesta más de 80 millones. No es lo mismo que una casa en la colonia Obrera, o en el centro de la ciudad de México, donde hasta el aire huele a mierda.
Durante el año, el Banco de México, el INEGI, los expertos del sector empresarial, y hasta usted mismo, don Luis, han venido ajustando a la baja los numeritos de las cuentas nacionales y particularmente del llamado producto interno bruto. Nomás que casi nadie se ha dado cuenta por las elecciones de medio sexenio, a las que por cierto se les ha destinado una millonada de pesos. ¿Unos cincuenta mil millones? que sólo han producido miles de toneladas de basura, pero que no han servido para reactivar la economía.
Pasadas dos semanas escasas de la jornada electoral, el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas, a quien nadie puede acusar de antisistémico, como mi amigo el periodista a modo dice que es este escribidor, informó que su nuevo pronóstico de crecimiento para este año es de 2.7% desde el 2.8% que estimó el mes pasado. Puede ser que una décima de punto porcentual, no le diga nada a usted, amable amigo, amabla amiga, pero en el conjunto de la economía es un titipuchal.
Y fíjese bien que los ejecutivos de finanzas quieren ser optimistas de cara al futuro inmediato. Entusiastamente, ingenuamente, esperan que las tales reformas estructurales de Peña Nieto comiencen a mostrar el anhelado impacto positivo y la economía tenga un crecimiento de 3.5% en 2016. Todo sea por mantener la calma y soñar, que soñar no cuesta nada. Pero del futuro, la única certidumbre que el ser humano tiene es que ha de morir. Inclusive ni idea de cómo y dónde.
A desfondo: Por cierto, y hablado del mal comportamiento de la economía y de los optimismos tolucos, el llamado CESF (Consejo de Estabilidad del Sistema Financiero) se reunió la noche del lunes para actualizar el balance de riesgos ante el nuevo entorno internacional, así como el programa de cobertura de los precios del petróleo.
Los miembros del tal consejo – encabezados por Videgaray y Carstens – nunca dijeron cuales son esos riesgos potenciales y sólo repitieron esa cansada cantaleta de la importancia de mantener una postura macroeconómica sólida, instituciones financieras bien capitalizadas, reservas internacionales en niveles históricamente altos e instrumentos como el programa de cobertura de los precios del petróleo y la Línea de Crédito Flexible del Fondo Monetario Internacional. Y eso le tiene sin cuidado a los mexicanos que viven de su salario. Y no del erario.
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