El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
De que podrían reaccionar muy enojados Peña Nieto y sus muchachos, por supuesto que lo podrían hacer. Qué derecho tiene EU de acusar al gobierno del atlacomulquense por la impunidad de quienes violan los derechos humanos. Cómo. En México no violamos los derechos humanos…
Inteligente, mañoso, el secretario de Estado John Kerry pareció personalizar la advertencia:
No se enoje, presidente Peña. No se enoje. Mire objetivamente el reporte. Y mejor cambie lo que deba cambiar, que el cambio interno es la mejor forma de cambiar lo que piensa el mundo.
No lo dijo así el señor Kerry, pero sí en otras palabras.
Y es que el Departamento de Estado de Estados Unidos, que dirige Kerry, divulgó este jueves su reporte en materia de derechos humanos, con una interpelación muy dura, con una acusación demoledora:
“La impunidad persiste en México con muy bajos índices de enjuiciamientos o rendición de cuentas en todas las modalidades del crimen”.
Cómo dicen popularmente en mi terruño, “¡seco el elotazo!” Y podríamos agregar: se lo merece el gobierno del mexiquense, que se ha caracterizado por hablar y hablar de cambios para que no cambie nada”.
Para el Departamento de Estado estadounidense, “Tlatlaya y Ayotzinapa se presentan como ejemplos de que México ha sido incapaz de escapar de su pasado violento y que los abusos y la violación a los derechos humanos, a manos no sólo del crimen organizado, sino también de las fuerzas militares y policiales, son la mejor prueba de ello.”
Tlatlaya y Ayotzinapa, para el Departamento de Estado estadounidense, se presentan como dos casos en los que la violencia e impunidad, desde las fuerzas armadas, y los abusos y la connivencia entre autoridades locales y estatales con el crimen organizado, demuestran que la lucha por los derechos humanos y el estado de derecho siguen dejando mucho qué desear.
(No obstante la dureza, el gobierno de Obama reconoce que, en las investigaciones para esclarecer estas dos tragedias, el gobierno mexicano aceptó en las pesquisas el acompañamiento de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.)
Pero el informe agrega, fuerte, contundente, sin miramientos, sin reparar que el gobierno mexicano, el de Peña Nieto especialísimamente, es uno de sus más sumisos aliados:
“Hubo numerosos informes de que el gobierno, o sus agentes, perpetraron asesinatos, arbitrarios o ilegales, a menudo con impunidad”, dice.
Denuncia que “los grupos delictivos organizados también son responsables de numerosos asesinatos, a menudo actuando con absoluta impunidad y en alianza con fuerzas de una autoridad local o estatal corrupta y funcionarios de seguridad.”
La versión castellana del informe, elaborado en 40 páginas por la Oficina de Derechos Humanos y Democracia del Departamento de Estado, es un compendio de los crímenes que han puesto contra la pared al gobierno de Enrique Peña Nieto, y de los rezagos que siguen lastrando las reformas en materia de seguridad y justicia en buena parte de la república mexicana.
El Departamento de Kerry revive el asunto del informe de mayo del año pasado presentado por el relator de la ONU, Juan Méndez, sobre la permanente práctica de la tortura, que sigue siendo un serio problema por culpa de “irregularidades dentro del sistema judicial”, Tal informe, el de la tortura, ocasionó un serio desencuentro entre el gobierno de Peña y el relator Méndez.
El Departamento de Estado se refiere también al sistema carcelario: En las cárceles (mexicanas), el tratamiento (para los prisioneros) es a menudo duro y peligroso para la vida, sobre todo en las cárceles estatales, debido a la corrupción, al hacinamiento, al abuso de prisioneros, al alcohol y la adicción a las drogas, así como a la pérdida de seguridad y control.
Muy duro, pero veraz, el informe de John Kerry. No obstante, los mexicanos de aquí diríamos que se queda corto; que la realidad mexicana es mucho más dramática, mucho más perversa, mucho más diabólica.
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