
Malinche y el mestizaje: nuevo enfoque desde el Año de la Mujer Indígena
MÉXICO, DF., 14 de julio de 2015.- Al consultar periódicos de los últimos dos siglos, recopilar historias de bandidos legendarios y atando cabos con las críticas al sistema priísta, uno llega a la conclusión de que este país no pudo haberse desarrollado sin que un sector criminal apoye al sector oficial, sostiene el investigador de la Universidad de Texas, Héctor Domínguez.
En su libro ‘Nación Criminal’ – publicado en abril de 2015 por Editorial Planeta/Paidos- el catedrático originario de Hermosillo, Sonora, responde a las preguntas: ¿Qué tan criminal es el Estado mexicano? y ¿Qué tanto el Estado se fundó sobre bases criminales?
En entrevista con Quadratín México, el doctor en Literatura Hispánica por la Universidad de Colorado señala que no es extraño que exista un sector de la población que se alegre con la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán.
Al hacer una revisión de la cultura criminal en México desde el siglo 18 se advierte que la independencia de México y otros movimientos independistas latinoamericanos no se podrían haber realizado sin el apoyo de los piratas –los criminales de ese entonces- quienes ayudaron proveyendo armas para que se instale un Estado liberal que es el que conviene al mercado de ultramar del siglo 19.
Posteriormente, la revolución mexicana desde la perspectiva criminal es la ruptura de un “orden” que detentaban bandidos y policías. A manera de ejemplo, el escritor refiere que en el periodo del porfiriato la gobernabilidad dependía de las acciones del grupo policial conocido como La Acordada, conformado por bandidos de la época, quienes se dedicaban a detectar y contener movimientos revolucionarios y someter a quienes se consideraba enemigos del régimen.
Esta costumbre de convertir a los criminales en policías fue una práctica que retomaron los gobiernos del PRI a lo largo del siglo 20.
También cuando recurres a la lectura de la prensa de 1910, encuentras que todas las noticias sobre los caudillos revolucionarios es similar a la que se difunde actualmente de los narcos, se les satanizaba y se les veía como un peligro nacional.
Este país siempre ha pisado el terreno de la ilegalidad, comunitariamente hacemos ilegalidades consensuadas, como sucede con el mercado informal, que es una práctica que admitimos y legitimamos, recalca el investigador.
Héctor Domínguez señala que la cultura mexicana desde el siglo 19 se formó a espaldas de la ley, porque las normas que se impusieron desde la época colonial no eran leyes hechas por mexicanos sino que se trataba de legislaciones importadas.
Actualmente la sociedad mexicana mantiene contradicciones, afirma el catedrático, debido a que el modelo de Estado liberal que tratamos de vivir, no cuadra muy bien con nuestra cultura, muchos viven del soborno, de la protección a los suyos, el nepotismo es una práctica muy común; aunque se trate de pequeñas ilegalidades nos hacen ver como una sociedad para la cual la ley no es algo importante.
La ilegalidad está tan naturalizada en México que no nos damos cuenta, sin embargo, cuando vemos esas terribles matanzas entre los actuales grupos delincuenciales nos sorprendemos, aunque esta gran ilegalidad esté relacionada con pequeños actos ilegales que cada uno comentemos, considera el autor.