Abanico
Alejandra Barrales es la nueva secretaria de Educación Pública, quien intentará usar ese cargo como trampolín, en su búsqueda, ahora sí, de ser la abanderada perredista a la jefatura de Gobierno.
En las pasadas elecciones Barrales fue contrincante de Miguel Ángel Mancera, quien arrasó con ella, y el partido del Sol Azteca lo encumbró hacia el gobierno de la ciudad de México.
Ahora, la ex senadora dejó el recinto de San Lázaro, donde ya no tiene más qué hacer, para luchar por su lucimiento personal en el gobierno capitalino.
Es, dice ella, su oportunidad, según nos cuentan los Ecos Capitalinos.
Esperamos que nadie recuerde las acusaciones que hacía de Mancera, de que no era merecedor del apoyo perredista, pues no tenía mayor trayectoria… Bueno así es la política.
Al que ya se le quemaban las habas por estrenar oficina, fue a Manuel Granados, el nuevo consejero jurídico –verdadero abogado de la ciudad, y no el procurador- quien antes de recibir la respuesta de su solicitud para separarse del cargo como diputado local, se instaló en su nuevo despacho del Palacio del Ayuntamiento.
De todos es sabido que él es asambleísta y no estaba conforme en ser sólo eso, y desde hace dos años, estaba tras la caza de un cargo al lado de su jefe y amigo Miguel Ángel Mancera. El que persevera alcanza, aunque no el cargo de secretario de Gobierno, como lo anhelaba.
El nuevo secretario de Movilidad, Héctor Serrano, tiene la encomienda de mostrar todo su talento de negociador político y sacar adelante esta área de gobierno.
Por años, esta área ha sido usada por sus antecesores para su beneficiado personal, y nadie hizo algo para ordenar el caos en el servicio de transporte concesionado.
Sólo así, uno puede comprender el por qué Armando Quintero, ex titular de la entonces Secretaría de Transporte (Setravi), tenía un hermano que era un líder de taxistas piratas y golpeadores, al que tuvo que dar un manotazo y calmarlo, ante la serie de notas periodísticas que señalaban el favorecimiento ilegal entre consanguíneos.
A Joel Ortega, ex director del Metro y ex secretario de la Setravi, también se le acusó, en su momento, de sacar provecho de la concesión de placas de taxis y microbuses, y quedarse con unos cuantos centenares.
A Rufino H León se le imputaba el no operar en contra de sus amigos líderes transportistas, y de contribuir como sus antecesores, con engordar los bolsillos de unos pocos y perseguir a la minoría, al grado que al ser evaluado fue uno de los de peor calificación, y por eso no le alcanzó ni para un cargo menor en la administración mancerista.
Por eso es que ahora se requiere de un secretario que sepa mediar, poner orden en un área donde los líderes llevan años luchando por tener el control de más rutas, a expensas de la seguridad y bienestar de los usuarios.
Se requiere una mano rígida que sepa meter en control a todos aquellos concesionarios que ven en el transporte de los ciudadanos, sólo un negocio para enriquecerse. Veremos qué sucede.