Itinerario político/Ricardo Alemán
Adán
Lectura obligada para los infantes de las décadas 40 y 50 del siglo pasado era el Libro de oro de los niños, que si bien aportaba lecturas y conocimientos básicos, también traía una buena carga de tonterías.
Sobre la creación del hombre tomaban como ejemplo una supuesta leyenda de los aborígenes del territorio que ahora conocemos como los Estados Unidos en la que Dios, un buen día, se puso a hornear unos muñecos. El primero se le quemó (estaba dañado el termostato) y así salió la raza negra; al segundo le faltó cocción, (seguía fallando el termostato) resultando un güerito de rancho; el siguiente apareció con un color amarillo y con los ojos rasgados, pues se le pasó la mano de flor de cempasúchil. El último tuvo el color que el Creador quería: rojo, naciendo los indios pieles rojas. El cuento era por demás incoherente pues los amerindios del norte no tenían conocimiento aún de la existencia de africanos, europeos o chinos.
En la mayoría de los cultos, el ser humano es creado a partir del barro, esto es, nace de la tierra y nos hace recordar que polvo somos y en polvo nos convertiremos.
En las religiones judía, la cristiana o la musulmana, Dios crea a Adán y a Eva de arcilla y, mediante un Soplo Divino, les integra el espíritu o alma. Esto es, después de los trabajos previos, Yahweh Elohim o Alá, “crea al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra” (Génesis 1:27) Luego surge la pregunta: ¿él es blanco o negro; con barba o sin barba? ¿Es joven o viejo?
Los marcianos podrían protestar: ¿Y nosotros qué? ¿Por qué el nuestro ha de parecerse al de los terrícolas? Además, en algunos de los cientos de exoplanetas descubiertos recientemente, de haber vida inteligente, también protestarían pues pensarían que les queremos imponer el Dios del Planeta Azul.
Esto nos lleva a la respuesta de que el hombre hizo a Dios a su imagen y semejanza y no al revés.
La presencia de Adán y Eva ha creado más controversias que acuerdos entre los hombres de todos los tiempos. Baste recordar las discusiones sobre si tenían ombligo o no (San Compadre descubrió que era un conector para USB, aunque con un software pirata)
San Compadre se ha preguntado por qué el Creador actuó de modo tan egoísta al instalar a dos entes en un Paraíso por el puritito gusto de “ver qué onda”. Pero, además, sabiendo que había creado a dos seres imperfectos, juega con su ignorancia, poniéndoles el Árbol de la Vida a su disposición. Si no quería que se comieran la torta antes del recreo no debió habérselas dado. Si su intención era poblar la tierra (o el Universo) debió decirlo antes. La verdad, dice Aria, el Jefe se portó mala onda.
Por lo que se refiere a Eva, la colocan como mujer entrometida, curiosa e insensata, que acepta la tentación del maligno de comer el fruto prohibido. Como sólo fue la costilla de Adán, esto es, un escalón abajo (¡!) ella lleva la peor parte del castigo, pues mientras el varón es condenado a pagar su pecado ganándose el pan con el sudor de su frente, la mujer lo haría con sangre (aquí es donde, como buena judía, logra un buen arreglo de que fuera en mensualidades y sin intereses, como las tarjetas bancarias modernas)
Cuando son corridos del Paraíso, las puertas se cierran y al arcángel Raziel le entregan una espada y las llaves para impedir que el experimento de Dios regrese al lugar de donde fueron expulsados.
Se ha dicho que Adán tuvo muchas ventajas durante su estancia en el Edén, como el no soportar a la suegra o a los amigotes que le mal-encaminaran a la cantina o a ver el futbol. Además, su mujer no le reclamó: ¿de quién es ese cabello rubio en tu hombro? ¿Por qué hueles a jabón Jardines de California? Lo mismo aconteció con Eva que amamantó a Caín, Abel y Set, sin que la mamá del marido quisiera darle consejos de cómo criar a los escuincles; ni decirle como le hacía su juguito a Adancito.
Mentes judeocristianas fundamentalistas, como la de la familia Bush, han puesto contra la pared a las teorías evolucionistas (Darwin) pues consideran que el Génesis es un dogma histórico que todos deben aceptar. La lucha entre los creacionistas y los evolucionistas sigue en pleno siglo XXI. Quienes creen que el Dedo Divino fue el causante de que estemos en este planeta son aún un buen número, aunque los seguidores de Darwin no se quedan atrás con argumentos que salen del dogmatismo religioso.
Dicen que Adán preguntó a su Señor por qué había hecho a Eva tan bella, y él le contestó: para que te enamores de ella. Y por qué la hiciste tan ingenua, y él le respondió: para que se enamore de ti.