Disparan contra 4 viviendas al oriente de Culiacán; terminan incendiadas
MÉXICO, DF., 2 de octubre de 2015.- La marcha del 2 de octubre será recordada porque terminó entre lágrimas de una parte de los asistentes y el amago de granaderos de barrer la plancha del Zócalo. Aunque se registraron 35 personas intoxicadas por inhalar gas lacrimógeno, de acuerdo con información de la Cruz Roja, a ellos deben agregarse las que por sus propios medios se curaron, algunas tomando agua o mojando un trapo para respirar. Otros no pudieron curarse y se les veía llorar, moquear y a otros escupir para quitarse el mal sabor.
Lo anterior se derivó de la salida de los granaderos de la Policía Federal de la calle de Corregidora, luego de que se vieron atacados con cohetones, petardos y bombas molotov. En esta ocasión el blanco de los ataques no fue la Puerta Mariana de Palacio Nacional, como ocurrió el 8 de noviembre de 2014, cuando se organizó una marcha para pedir la reaparición de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. Ahora los manifestantes del llamado “grupo negro”, embozados, equipados con botes y palos, los mismos que llenaron de pintas las vallas y cortinas en Cinco de Mayo, se enfilaron a la calle que separa a Palacio Nacional de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Ellos, los mismos que parecieron ignorar a su entrada, alrededor de las 18:15 horas, el mensaje de los líderes históricos del 2 de octubre de 1968, ni a los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa, sino que se dirigieron directamente ahí, donde también eran esperados por los granaderos. Apenas repararon la Puerta Mariana que sufría una metamorfosis y como si fuera una obra de teatro era sustituida por otra que parecía sacada de una escenografía, una similar, pero de acrílico y desde la cual se veía a granaderos apostados detrás.
También parecieron ignorar un mensaje emitido por un altavoz que no era el de alerta sísmica sino otro, instalado en el Palacio, que buscaba disuadir a los manifestantes de cometer actos violentos. Una voz masculina decía que respetaban el derecho a manifestarse, pero advertía: “en caso de haber actos de agresión se actuará conforme a la ley respetando sus derechos humanos”.
Pero los de negro comenzaron a aventar sus proyectiles, algunos en llamas y los granaderos hicieron un par de amagos de ir hacia adelante y los anarcos o lo que fueran hacían como que corrían y regresaban, pero por ahí de las 18:30 los granaderos abandonaron su actitud pasiva y salieron, entonces los agresores emprendieron la huida hacia la plancha del zócalo.
Los granaderos no salieron a barrer la plancha como en la marcha del 20 de noviembre del año pasado, pero contratacaron con el lanzamiento de descargas de gas lacrimógeno que causaron las lágrimas de los anarcos, de representantes de los medios de comunicación y de algunos asistentes, entre ellos mujeres y niños.
Los anarcos intentaron contratacar, aventaron rocas, algunas otras improvisadas bombas que se convirtieron en llamas, pero los granaderos ya no cedieron terreno. Los asistentes al 47 aniversario de la marcha comenzaron a retirarse y los anarcos también, pero en Madero fueron rodeados por más granaderos, de la Secretaría de Seguridad Pública que además también salieron por 5 de mayo.
A eso de las 19 horas la plancha estaba prácticamente vacía, pero quedaban los restos de las escaramuzas: palos, vidrios de botellas rotas, polvo de extinguidores y muchos ojos llorosos.
Previo
Previo al inicio del mitin en el Zócalo, líderes del movimiento del 68 partieron desde las 16 horas de la Plaza de las Tres Culturas. Al llegar al Zócalo se subieron a un templete y a las 18:10 pidieron un minuto de silencio, justo a la hora en que hace 47 años el gobierno mexicano, encabezado por el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, daba la orden que resultó en la matanza de estudiantes.
Como aquella tarde del 2 de octubre cuando dos bengalas rojas fueron disparadas desde la torre de Tlatelolco y poco después de las 18:10 horas, un helicóptero sobrevoló la Plaza desde donde también se dispararon dos bengalas, una verde y la segunda roja, presumiblemente, como señal para que los francotiradores actuaran apostados en los edificios.
Félix Hernández Gamundi encabezó desde el templete un mensaje al gobierno mexicano en el que, en conjunto con algunos padres de los normalistas de Ayotzinapa, llamó a cerrar filas para atacar de raíz la impunidad del Estado, tanto en la matanza estudiantil del 68, como la desaparición forzada de 43 estudiantes en Iguala, Guerrero. Lo que podría considerarse como “el nuevo Tlatelolco”, donde el autor de la desaparición de jóvenes recae de nuevo en el Estado mexicano, fue en esta ocasión motivo reciente para exacerbar la rebeldía social en contra de un gobierno que consideran represivo.
Jóvenes estudiantes de las universidades Nacional Autónoma de México, Autónoma Metropolitana y otras universidades, así como el Instituto Politécnico Nacional, además de otros conglomerados en la plancha de la Plaza de la Constitución, recordaron junto con familias enteras aquel suceso ocurrido en la Plaza de las Tres Culturas que marcó la historia del país. Niñas y niños de la Escuela Activa Paidós expresaban la consigna: “queremos crecer no desaparecer”, en alusión a jóvenes estudiantes y luchadores sociales que han sido desparecidos en el país.
Uno de los padres de familia de los 43 normalistas advirtió que la justicia se encuentra cerca, razón por la cual el Gobierno actúa con represión para que no se sepa la verdad. Ante los provocadores de la marcha, quienes al final comenzaron a lanzar cohetones, pidió no caer en sus provocaciones pues eran más los jóvenes universitarios quienes pacíficamente conmemoraban el 2 de octubre. Por la matanza de Tlatelolco en 1968, por el Halconazo del 10 de junio de 1971 y por los cientos de desaparecidos durante la guerra sucia, los integrantes del movimiento del 68 gritaron al Estado: “2 de octubre no se olvida, es de lucha combativa”.