Escenario político
De dar risa
Claro que el senador Miguel Barbosa tiene razón al decir que con las candidaturas independientes, los ciudadanos encontraron una nueva esperanza: Que el gobierno se acerque ya a las causas que afligen al pueblo. Mitigue su angustia.
Esta figura, al sacudir y atemorizar a la clase política, es una amenaza para el dos mil dieciocho, agregaríamos nosotros. Por eso, ya se inició una campaña en su contra. Hasta la Suprema Corte participa, con fallos de benevolencia a partidos políticos.
En verdad es de dar risa. Sobre todo lo que se dice en medios impresos. Se escucha en los radiofónicos. Se ve en la tele. Pero ahí se van los tres.
Todos, a la voz de ya, según la orden, pagada por supuesto: Unen conveniente criterio para iniciar una operación mediática contra Jaime Rodríguez Calderón, conocido como El Bronco gobernador de Nuevo León, no de Monterrey como algún joven desorientado, pero mandante, llamó a la entidad.
Usan el ya muy usado “según fuentes fidedignas que no podemos revelar”, para vituperar. Frívolo: Tiene o tuvo, no definen, varias esposas. Y que de pobre al comienzo, ya es rico. Abundante. Tiene, aseveran, ranchos con caballos pura sangre. Y eso, sostienen, que apenas inicia su sexenio.
Arrepentido de ser tricolor se volvió independiente. Pero no de la clase capitalista del Cerro de la Silla, agregan. En donde se insiste, como en todo el país, que la palabra del presidente adolece de credibilidad.
Y retan los medios al Bronco, como si fueran su conciencia, a demostrar y cumplir lo que ofreció: Meter a la cárcel a los políticos que han robado. Pero ya, a un día de asumir el encargo del pueblo.
Si lo pidieran a nivel nacional, en el dos mil dieciocho, ¿quién cerraría la puerta? No hay reclusorios suficientes. Habría que construir una muralla, como la China, para que no escaparan.
Pero como dicen en España: “Dudo mucho que veamos a los grandes expiar sus pecados”.
A cumplir sus promesas. Le exigen. Vaya, ni que fuera mago. Es El Bronco. Apenas comienza. Y bien. Déjenlo respirar unos días, unas semanas, unos meses. Y si en verdad no hace nada, reclamémosle. No antes. Vimos su arranque. Y la despedida al que reemplaza. Le atizó, bien y bonito.
Si quien dice tener el poder en México desde hace tres años no ha podido cumplir nada. Y todos los días, para ofrecer más, más y más, aparece en los diarios. Radio y televisión. Con alarde de obras, sin cumplir por supuesto: Ni protege a la sociedad ni promueve su bienestar, Su “ofrecimiento” es irrelevante.
Es tanto miedo que se le tiene al Bronco, como al mismo Andrés Manuel López Obrador, que los incitan a pelear. O, al menos lo intentan.
A los dos no cabe el calificativo de corruptos. Adjetivo que no tiene sustento. Porque si lo hubiera, tantito, “ay nanita”, estarían más que fritos. O en prisión.
No. Hoy que ya se puso de moda el populismo, de eso los acusan.
Sí. De ser adictos, adeptos al pueblo, a quien se deben todos y cada uno de los que cobran de nuestros impuestos.
Los políticos claman, los hemos oído repetidamente, que defenderán –futuro pluscuamperfecto– a los ciudadanos de los corruptos. De los malhechores. De los perversos.
Qué han hecho. Nada, Ninguno. Ni modo que se inculpen. Sería blasfemia Pero siguen altivos con sus agencias de colocaciones, vulgo partidos políticos.
A Jaime Rodríguez Calderón ya quieren tirarlo del corcel. Pero, –“según fuentes que no puedo revelar”– les van hacer, a éste y al Peje, lo que el aire a don Benito Juárez: los mandados,
Con mucha morralla, porque billetes ya no hay, para todos.
Ni modo.