Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
El tiempo, sólo una unidad de medida
A los políticos les deslumbra lo incierto
Pero se enriquecen en el Momentum
En la entrega de hoy me dio por hablar del tiempo, esa medida como el metro o el litro o la tonelada, de la que todo el mundo habla como sabio de Hipona, como si fuera per se algo concreto, de carne y hueso y un pedazo de pescuezo, relacionándola con todo, hasta con la política, que no la ciencia política sino esa politiquería de la llamada clase política mexicana.
A los políticos vernáculos (mexicanos pues) les encanta hablar pero sólo del futuro. Para ellos, el pasado dicen que es historia maestra de la vida y el presente es el momentum para enriquecerse, Como el Mexican Momentum.
Pero refiriéndose a los demás, a los gobernados les llaman ellos, cuando en realidad son los patrones que les pagan su trabajo y a los que les roban todo, en el fondo, para los demás, los políticos son hombres del futuro:
Haremos grandes obras, lucharemos en contra de la corrupción, acabaremos con la pobreza y el hambre. Crearemos fuentes de trabajo. Haremos que México se modernice, sea más productivo y más competitivo.
Todo en futuro, cuando bien sabemos que el futuro no existe y que de él sólo tenemos la certeza de que hemos de morir, incluso bajo las balas de algún sicario al servicio del narco o inclusive al servicio de un gobernante, porque aquí, en este México tierra de carroñeros, se puso de moda, desde los tiempos del presidente de la casaca guanga, que iba a acabar con el desempleo y terminó permitiendo que acabaran en las fosas comunes como cien mil individuos, dejar la zalea en cualquier lugar, con una bala clavada en el corazón o con la cabeza decapitada. Y sanseacabó el pasado y el presente y el futuro se quedó enterrado o en un cementerio clandestino o en la fosa común, o se lo tragaron los zopilotes y los mamíferos comecadáveres.
Pero bueno. A lo que iba es a desmitificar el tiempo. Muchos lo deifican, lo sacralizan. Para ellos el tiempo es como una divinidad. Algo sagrado. Algo fatal, como una mala mujer o un ser diabólico. El tiempo que te quede libre… el tiempo vuela (ni que fuera ave)… el tiempo erosiona… el tiempo sexenal, que sólo sirve para hacer negocios personales o de grupo. (si no lo creen, miren al churumbel De Oteiza, que se ha vuelto multimillonario con la construcción de malas carreteras, y engañando a Peña Nieto …)
Todo tiene su tiempo. Y hoy vemos en la historia a los personajes hechos cenizas, que en su momento se agandallaron el poder político y económico. Y qué fue de ellos, qué fue de tanto galán, pregunta Jorge Manrique en la Coplas a la Muerte de su Padre. Ya no están ni Alemán, ni Ruiz Cortínez, ni Alm, ni ninguno de los que hicieron y deshicieron a este México de aguante. Así pasará con los Peña Nieto, que ahora están y mañana no.
Y todo, y en eso tiene razón Peña, porque México, y no sólo México, se mueve, pero se mueve por la rotación y la traslación de las constelaciones. Hoy estamos. Y hoy se convierte en ayer. Mientras el mañana nunca llega porque cuando llega ya es presente y se vuelve pasado.
Y eso es el tiempo. Es sólo la medida del movimiento. Un antes y un después. Lo define espléndidamente San Agustín de Hipona, el africano. Y lo que cuenta es lo que decimos los periodistas cuando escribimos una nota, el aquí y el ahora, que es también efímero porque así como sucede así queda en el pasado mientras el futuro nunca llega.
Y los seres humanos sólo tenemos una certeza del futuro y de ello casi nadie se atreve a hablar, menos los políticos. Quizá si hablen de ello los grandes capos de la delincuencia organizada, los narcos o los políticos ladrones y asesinos. Que del futuro, sólo tenemos una sola certidumbre. Que hemos de morir.
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