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MÉXICO, DF., 22 de noviembre de 2015.- El papel que juega la educación en la formación de una persona consciente de sus derechos es trascendental, ya que le permite desarrollar competencias y valores culturales y morales comunes, que le dan identidad y pertenencia, afirmó Luis Raúl González Pérez, presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
Al firmar un convenio de colaboración entre la CNDH y la Universidad Anáhuac del Norte, el Ombudsman nacional, afirmó que la educación de calidad es un derecho humano inalienable, y destacó que la educación específica sobre derechos humanos debe ser una posibilidad real para todos, atendiendo particularmente a las poblaciones más vulnerables.
El Presidente de la CNDH dijo que la educación específica en derechos humanos es precisamente uno de los propósitos fundamentales del derecho a la educación, que debe concretarse, precisó, en cuatro ejes: disponibilidad, accesibilidad, adaptabilidad y aceptabilidad.
Subrayó que el papel que juega la educación en la formación de una persona consciente de sus derechos es trascendental, ya que le permite desarrollar competencias y valores culturales y morales comunes, que le dan identidad y pertenencia.
El Director de la Facultad de Derecho de esa casa de estudios, Ricardo Sodi Cuéllar, explicó que el convenio contempla tres grandes rubros: las Fuerzas Armadas, como punto de encuentro natural con la CNDH, para establecer un foro dentro de la cordialidad, compromiso y vinculación; los pueblos indígenas, donde la universidad tiene una estrecha relación con pueblos originales del Estado de México, principalmente mazahuas, matlazincas y otomíes, y la promoción de los derechos fundamentales.
González Pérez añadió que “pueden armonizarse los intereses individuales y colectivos y favor de un comportamiento democrático basado en la participación responsable, comprometida y activa en la comunidad.”
“El comportamiento democrático implica –dijo— reconocer al otro como igual y es justamente en este aspecto en el que hay que trabajar, ya que dicho enfoque se enfrenta constantemente con la competencia, el individualismo, la indiferencia e incluso la violencia y la impunidad ante ella”, precisó.
Momentos antes de firmar el convenio con Sodi Cuéllar ante el rector de la Universidad Anáhuac y testigo de honor en este acto, Cipriano Sánchez García, el Ombudsman nacional explicó los ejes a que hizo referencia, y apuntó que la disponibilidad debe entenderse como que el derecho a aprender es para toda la vida y todas las personas, sin distinción alguna por raza, género, edad, situación económica, de salud o cualquier otra causa. “Debe haber condiciones que favorezcan la oferta con opciones educativas diversas y, sobre todo, con perspectiva de derechos humanos”, aseguró.
En el salón Parquet de dicha Universidad, ante académicos, alumnos y funcionarios de ambas instituciones, expresó que la accesibilidad consiste en que la educación en derechos humanos sea una posibilidad real para todos, atendiendo especialmente a las poblaciones que tengan mayor dificultad para alcanzarla, o estén en condiciones de mayor vulnerabilidad, como indígenas, personas en situación de pobreza, migrantes, personas con discapacidad y mujeres.
Al ser la educación en derechos humanos relevante para el logro progresivo y pleno de los derechos humanos de toda la población, se consolida la adaptabilidad. “Hay que construir ciudadanía que combata la desigualdad y la injusticia”, precisó.
La aceptabilidad, último eje, consiste en que la educación en derechos humanos debe propiciar aprendizajes para una vida digna y en armonía con el otro.
Destacó que el reconocimiento del alcance y valor de la educación obliga a incorporar el derecho a la paz, cuya insatisfacción en los últimos años polariza posiciones y pone en duda la estrategia reivindicativa de los derechos humanos. Apuntó que, desde la perspectiva de la paz, la violencia y las agresiones sólo pueden ser contrarrestadas a través de los derechos, cuya titularidad corresponde solidariamente a todos.
“Las democracias actuales y la humanidad misma –explicó—, continúan en proceso de aprendizaje, en donde las nociones de alteridad y solidaridad deben ser permanentemente problematizadas, a fin de que todas y todos interioricemos el respeto de la dignidad de la persona y promovamos acciones en favor de su estricta defensa y desarrollo sostenido”.
Por ello, concluyó que la necesidad de situar a la dignidad de la persona en el centro de un proyecto de sociedad, es hoy en día una exigencia de la sociedad global, que reconoce a los derechos humanos como bienes irrenunciables, inalienables e indispensables que corresponden al ser humano en cuanto tal.