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MÉXICO,DF,. 7 de junio de 2015.- Un nuevo estudio sobre el siglo XVII mexicano se une a la vasta bibliografía con que cuentan los estudiosos de ese periodo histórico. Se trata de La secularización de doctrinas y misiones en el arzobispado de México 1749-1789, de María Teresa Álvarez Icaza Longoria, publicado por el Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la UNAM.
Para puntualizar sus logros y hallazgos, así como abundar acerca de su contenido, los historiadores Rodolfo Aguirre Salvador, Felipe Castro Gutiérrez y Brian Connaughton –en compañía de la autora– presentaron el texto en el Salón de Actos de ese instituto, que este año celebra su 70 aniversario, refirió un comunicado de la UNAM.
Los presentadores, autoridades en la materia y reconocidos por sus pares, incluso del ámbito internacional, calificaron el trabajo como el mejor estudio pormenorizado sobre un proceso definitorio de la Iglesia de la Nueva España.
Aguirre Salvador, del Instituto de Investigaciones Sobre la Universidad y la Educación (IISUE), situó el punto nodal del proceso entre 1750 y 1756, etapa decisiva “para iniciar las transferencias –que fueron 68– encabezadas por el arzobispo Manuel Rubio y Salinas. Se comenzó por doctrinas agustinas, específicamente por la de Actopan. Jueces eclesiásticos y reales fueron los operadores de los hechos”.
El académico del posgrado de Historia consideró que con la secularización se fortaleció la autoridad de los arzobispos, pero cuestionó que haya significado el mejoramiento de las tareas de las parroquias en la administración espiritual de los feligreses indígenas.
Por su parte, Felipe Castro, académico del IIH, comenzó por definir el concepto “secularización”. En el texto tiene una acepción concreta y precisa: la transferencia de las parroquias de indios del clero regular al secular. “Hay otras acepciones en la historiografía de las ciencias sociales; en particular, relativas al tránsito del ámbito o jurisdicción eclesiástica a la civil; por ejemplo, la secularización de bienes de la Iglesia de mediados del siglo XIX.
“En términos más abstractos, también el proceso supuestamente inevitable y rectilíneo por el cual la sociedad transita de la afirmación de instituciones, valores y pensamiento religioso hacia modernos, seculares, racionales y científicos, donde la fe pierde su lugar de privilegio en la sociedad”, sostuvo.
Fue una idea característica del pensamiento liberal de fines del siglo XIX. En particular de los creadores de la sociología moderna (Émile Durkheim, Auguste Comte y Karl Marx), autores muy diversos entre sí, pero que compartían estas ideas o ilusiones, según se vea, explicó el investigador.
Brian Connaughton, analista de los procesos y las tensiones político-eclesiásticas en el país, consideró que la obra en cuestión incita a una reconsideración de las reformas borbónicas en materia eclesiástica.
Indudablemente, dijo, la mayor parte de las secularizaciones se hicieron bajo Fernando VI y su prelado en la arquidiócesis de México, Manuel Rubio y Salinas. Éste colaboró con varios virreyes y, en general, el entendimiento entre funcionarios civiles y eclesiásticos fue adecuado y eficaz.
Carlos III, quien habitualmente lleva los laureles del reformismo eclesiástico, como lo hace en otros aspectos, llegó al final del episcopado de Rubio y Salinas y tampoco alteró el rumbo descendente de las secularizaciones.
El autor de Entre la voz de Dios y el llamado de la patria (2010), señaló que Álvarez Icaza advierte sobre el impacto de la secularización: “es notable el paralelo entre renovados ataques a supersticiones e idolatrías, la promoción de las cofradías devocionales preferidas por los obispos, la proliferación de escuelas de castellanización, el fomento del culto a la Virgen de Guadalupe a una escala inusitada, mientras eran dejados de lado los cultos promovidos por los regulares.