Atacan casa del subsecretario de Seguridad de Solidaridad, Quintana Roo
MÉXICO, DF., 10 de diciembre de 2015.- Nadie está en el lugar equivocado y no existe justificación para que una persona sea desaparecida. Con esta premisa, la Hermana Consuelo Morales Elizondo, Premio Nacional de Derechos Humanos 2015, pidió al presidente Enrique Peña Nieto reconocer la crisis profunda de violaciones a los derechos de las personas que se vive en México.
Tras recibir el reconocimiento por su trabajo en favor de las personas desaparecidas, especialmente a los familiares, en el estado de Nuevo León, Consuelo Elizondo refirió lo que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y la Comisión Interamericana, en fecha reciente, confirmaron con precisión el diagnóstico.
“Esta situación, hoy, debe reconocerse sin regateo”, manifestó la activista ante el presídium encabezado por el Ejecutivo federal y su gabinete presidencial, legal y ampliado.
“¿Cómo se puede revertir el panorama desolador que con sus oscuros nubarrones parece a veces irremediable?”, cuestionó Consuelo Morales, pregunta que al tiempo se respondió al señalar que caminado con las víctimas y dialogando con las autoridades existen cuatro claves con las que su organización Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos (CADHAC) se ha apoyado.
En primer lugar pidió no criminalizar a las víctimas, pues pese a los prejuicios de las autoridades, la sociedad y los propios familiares quienes comúnmente suelen señalar: “seguramente andaba en malos pasos”, o bien culpan a las madres por haberles mal educado. Por ello, resulta imperativo que el principio de presunción de inocencia se traduzca en una realidad cotidiana.
“Solas y solos no podemos”, dijo la Hermana al requerir con humildad que el problema es inmenso y que familiares, organizaciones o autoridades no lo pueden lograr, se necesita un esfuerzo conjunto de los tres actores.
En tercer lugar, puso los recursos legales y materiales, los cuales al acompañar a las familias, se percató de la extrema vulnerabilidad emocional, económica y social que trae como consecuencia la desaparición de un ser querido.
Requirió al Presidente de la República trabajar en leyes que nivelen dicha situación y abonen a menguar las dificultades a las que se encuentran día a día las víctimas que sólo exigen sus derechos y consideró indispensable asignar recursos económicos y humanos para las técnicas de búsqueda que utiliza el Estado.
La última pauta esencial, situó a la justicia y el apoyo internacional, en la cual urgió a medidas extraordinarias para que haya justicia y verdad plenas, frente a los casos graves de violación de los derechos humanos.
“Si bien hay evidencia de participación de actores del Estado, en ninguno de estos dos casos, ni en muchos más, han llevado a los responsables a la justicia”, apuntó en su discursó.
Morales Elizondo señaló la “urgentísima” necesidad de erradicar el abuso, a través de cambios profundos en la estructura de las procuradurías, pues “es en los ministerios públicos donde existe los nudos más gruesos de la impunidad”.
Con respeto, se dirigió al mandatario y aprovechó para “hablarle a su corazón”: “señor Presidente, le pido que se deje tocar por el dolor de tantas familias afectadas a causa de la violencia” e instarle a que impulse en esta segunda mitad de su sexenio una agenda centrada en los cuatro puntos clave que han funcionado en su organización CADHAC.
La reconocida defensora de los derechos humanos consideró inaceptable que desde el Estado se ataque, malinterprete o minimice a los actores que ayudan con esfuerzo. Citando de nuevo al Alto Comisionado de la ONU remató: “hay que atender el mensaje sin matar al mensajero”.