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MÉXICO, DF., 21 de diciembre de 2015.- El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) caracterizado por pensamientos intrusivos, recurrentes y persistentes que ocasionan inquietud, aprensión, temor o preocupación, provoca que el individuo se haga poco funcional e incluso es posible que abandone sus actividades cotidianas y dependa totalmente del cuidado de su familia, informó Norma de Jesús Yépez García, psicóloga del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
La especialista señaló que pueden ocurrir también conductas repetitivas o compulsiones, dirigidas a reducir la ansiedad asociada.
“Esos pensamientos y conductas repetitivas pueden agravarse tanto que llegan a mermar la funcionalidad de quien los sufre”, puntualizó a través de un comunicado de la UNAM.
Se estima que 1.8 por ciento de la población mundial padece este trastorno psiquiátrico; además, tiene más incidencia en hombres que en mujeres, en una proporción de dos a uno.
Las personas con TOC cometen fallas de planeación, anticipación y organización; pierden la noción de lo que es una funcionalidad rutinaria y se concentran obsesivamente –sin importarles algo más– en un solo aspecto o detalle que para los demás puede parecer nimio, pero que para ellos es esencial.
Los pensamientos obsesivos rumiatorios los impulsan a bañarse durante horas o a lavarse constantemente las manos por miedo a adquirir alguna infección o enfermedad, o a ordenar la ropa u otros objetos por color o de cierto modo.
Yépez García encabeza desde hace tres años un protocolo de investigación en estudiantes de esta casa de estudios para tratar el deterioro cognitivo de los pacientes con TOC.
Explicó que, por lo general, se manifiesta con más frecuencia después de los 12 años de edad.
“Hay que considerar el alto nivel de comorbilidad que el TOC presenta con otros trastornos o enfermedades, como ansiedad y depresión, en el mejor de los casos, y trastorno bipolar o esquizofrenia, en el peor.
Cuando aparece antes (entre los ocho y los 10 años, regularmente), los padres del paciente no saben detectarlo, por lo que su manejo y tratamiento resultan más complejos y difíciles.
De acuerdo con el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders o DSM, por sus siglas en inglés), de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, el TOC debe cubrir ciertos criterios para ser considerado como tal.
Entre éstos destacan dos: que los pensamientos y compulsiones de la persona sean constantes y repetitivos y, sobre todo, que como consecuencia de esta obsesividad su nivel de funcionalidad baje a menos de la mitad y no le permita realizar sus actividades cotidianas.
“Es importante destacar que todos los pacientes sufren deterioro cognitivo. Ahora bien, si un individuo ha recibido una buena atención psiquiátrica, quizá la afectación no sea grave. En ese caso, podemos proporcionarle la estimulación cognitiva necesaria para que funcione adecuadamente.
Señaló que hay que distinguir entre las conductas obsesivas compulsivas y los rasgos obsesivos. A diferencia de las primeras, éstos pueden beneficiar a una persona, siempre y cuando no se desborden.
“Muchos individuos los poseen, es decir, son constantes, minuciosos, se preocupan por hacer su trabajo lo mejor posible, pero todo tiene un límite: cuando ese rasgo se desborda puede originar un trastorno obsesivo compulsivo y, por ende, un deterioro cognitivo”.
El primer abordaje de un paciente con TOC es psiquiátrico: con inhibidores selectivos de la recaptura de serotonina, compuestos usados en el tratamiento de cuadros depresivos, trastornos de ansiedad y algunos de personalidad.
Al cabo de dos meses, por lo menos –es decir, una vez que remiten los síntomas por la acción de estos compuestos–, en el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental se inicia una terapia psicológica conductual que incluye una orientación dirigida a los padres para que conozcan la naturaleza del trastorno, cuál es el deterioro que provoca y cómo tienen que tratar a su hijo en casa.