Ráfaga/Jorge Herrera Valenzuela
Aconsejan expertos conservar el valor histórico de la fotografía
Esa foto que tomó usted con su celular o tableta a su familia, amigos o compañeros de trabajo durante las celebraciones decembrinas, y que de inmediato colocó en las redes sociales para que todo mundo la viera, dentro de unos meses, tal vez días, pasará a formar parte del inmenso cúmulo de la basura digital, pero lo peor será que en un futuro muy próximo ya no recordará quienes formaron parte de ese presente efímero plasmado en un teléfono inteligente.
Con la llegada de la tecnología digital, la pérdida de la memoria histórica se ha vuelto tan vertiginosa como los cambios en los dispositivos personales, pues hoy quien disponga de un teléfono móvil o una tableta puede captar la imagen de casi cualquier prójimo, suceso u objeto, pero la mayoría de la gente no tiene el hábito de registrar nombres, fechas y lugares que más tarde puedan darle una referencia del hecho y sus participantes.
Además, esas imágenes circulan en las redes sociales de manera fugaz ya que su interés es momentáneo, en tanto llegan otras que ocuparán su espacio, y entonces… desaparecen, se evaporan, o, en última instancia, se van a la nube -como quien dice, al Limbo (aunque el Vaticano lo eliminó en 2007; ya no existe)-; se pierden y no queda testimonio alguno de ellas.
Es por esta razón que el doctor en Historia Manuel Ramos Medina, director del Centro de Estudios de Historia de México de la Fundación Carlos Slim, considera que las fotografías antiguas van a ser muy valiosas en un futuro cercano, porque ahora ya no se hacen fotos de la vida cotidiana impresas en papel, pues con los teléfonos celulares las imágenes son instantáneas y serán muy pocos quienes las guarden: son para el momento, para el chisme, y luego se borran con total indiferencia.
El especialista recomendó a quienes conservan fotos antiguas de su familia, que les pongan los nombres de quienes aparecen, el lugar y la fecha en que fueron tomadas, a fin de que no se pierda la memoria histórica, porque, dijo, luego ya nadie se acuerda como se llamaba aquel viejito del sombrero y la corbata.
“Y si no tienen dónde guardarlas, tráiganlas al Centro, aquí se las custodiamos, porque a final de cuentas, su valor histórico aumenta”, comentó Ramos Medina e informó que en La Lagunilla todavía pueden encontrarse muchas fotografías de familias acomodadas del siglo XIX, que fueron vendidas -casi regaladas- por sus descendientes, las cuales dan fe de los usos y costumbres de un segmento de la sociedad en esa época.
La imagen fotográfica desempeña un papel importante en la transmisión, conservación y visualización de las actividades políticas, sociales, científicas o culturales de la humanidad, de tal manera que se erige en verdadero ‘documento social’, aseguró por su parte el catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, Félix del Valle Gastaminza.
Durante su participación en el Congreso Internacional sobre Imágenes e Investigación Social, organizado en México por el Instituto de Investigaciones José María Luis Mora (2002), el investigador señaló que el valor informativo y documental del texto constituye parte inseparable del documento fotográfico en su representación, pero, sobre todo, en su recuperación porque proporciona información valiosa para conformar la memoria histórica de una sociedad.
La fotografía privada y familiar, así como el retrato, son imágenes comunes más o menos estandarizadas, de individuos privados para uso privado, aunque por propia esencia, desde sus orígenes, es una representación marcadamente social pues viene a certificar la posición del individuo en la sociedad, explicó Del Valle Gastaminza.
En tanto que el doctor Jacobo Bañuelos Capistrán, profesor del Departamento de Comunicación y Tecnología de la Imagen del Tecnológico de Monterrey, campus Ciudad de México, apunta que a pesar de que la fotografía digital hereda todas las premisas de la tradicional, al cumplir con las funciones de registro y relato de la historia, ya que constituye la representación del tiempo lineal y cronológico, es decir, de la memoria histórica y el testimonio del paso del tiempo, su carácter de registro histórico formal está en riesgo de desaparecer en virtud de su naturaleza fugaz.
Así que, estimado lector, si es que las guarda, no olvide ‘etiquetar’ -creo que ese es el término utilizado ahora- sus fotografías con nombres, fechas y lugares para que no se pierda esa memoria histórica de la sociedad mexicana en la era digital, y para que usted mismo recuerde a sus familiares y amigos cuando vuelva a ver esas fotos.