Regresa la rutina. Los días de prisa. Las tareas cotidianas. La reticencia por terminar los días de fiesta se manifiesta en un descenso de la productividad, en cierto letargo que alejan de los objetivos a cumplir cada día. Pero la vuelta a la realidad no implica despedirse de la magia. Los días comunes deben vestirse también de alegría. De rituales que celebren la vida.
Este es un breve listado de acciones que te permitirán tener momentos de felicidad aún en los días cotidianos:
- Escribir los objetivos del día. Aquí se incluyen tareas laborales, pero también acciones cotidianas que deben realizarse como llevar la ropa a la tintorería, buscar una escuela de arte, comprar víveres. Al enlistar todo lo que debe hacerse se cumplen puntualmente nuestras metas y de manera automática se evitan los distractores o ladrones de tiempo. Refuerzan nuestra propia percepción de responsabilidad y cumplimiento y, por ende, nuestra autoestima.
- Escuchar música. Destinar al menos diez minutos al día para escuchar música nos permite ser más felices. Nos conecta con la magia de los sonidos, incrementa nuestra capacidad creativa y de imaginación. Y eso siempre nos volverá personas más lúdicas.
- Sonreír. Porque tienes motivos y porque careces de ellos trata de sonreír al saludar y siempre que te mires al espejo. Dicen que la felicidad es contagiosa. Que puede ser enteramente genuina pero también la atraerás si la finges. Sonríe. Es el mejor cosmético que puedes tener.
- Leer. Atrévete a concebir ideas nuevas y viajar a nuevas latitudes. Permítete los viajes más extraordinarios y todo tipo de proezas. Lee, lee siempre y encontrarás inspiración y la realidad que deseas construir en tu propia vida.
- Conversar. Las personas gregarias son más felices que aquellas que limitan su contacto a un grupo reducido de familiares y amigos. Intenta platicar con diferentes personas durante el día. Saluda al subir a un ascenso, realiza comentarios amables a desconocidos. Tu capacidad de empatía ascenderá, pero también la visión que tienes de ti mismo.
- Observar. La capacidad de observar el paisaje y transeúntes te motivarán a descubrir tu propia fortuna. Es más feliz quien sabe ver que quien pasa todo por alto.
- Escucha. Todas las personas tienen algo valioso que ofrecer si sabes escucharlas. No pienses que responderás a lo que te dicen. Sólo disfruta de lo que comparten contigo.
- Disfrutar la comida. Ten plena consciencia de lo que bebes y comes. Aprecia los diversos sabores, texturas y colores. Es un regalo de vida.
- Ayudar a los demás siempre. Sin esperar gratitud ni recompensas, sólo por el gusto de hacerlo. Mírate como un canal de benevolencia. Piensa que lo que tú haces por alguien se multiplica infinitamente y crea un mundo mejor. Que el altruismo sea tu objetivo de vida.
- Agradece. Ten presente todas las personas, situaciones y cosas buenas en tu vida. Agradece a Dios y a la vida tus alegrías y oportunidades. El camino más corto a la felicidad es la gratitud.