Cae El Cholo Palacios, presunto jefe de plaza de Guerreros Unidos
CIUDAD DE MÉXICO, 4 de febrero de 2016.- El verdadero apoyo que le puede y le debe hacer el gobierno federal a Petróleos Mexicanos (Pemex) es dejarle mayor proporción de los muchos ingresos que genera para el cumplimiento de sus obligaciones y su propia inversión en lugar de autorizarle mayor endeudamiento mientras le extrae cuantiosos recursos, opinó el diputado perredista federal Julio Saldaña Morán.
El legislador consideró como una perversidad o torpeza de la actual administración, pero en cualquier caso un engaño a todo el pueblo de México, anunciar un supuesto apoyo para el salvamento de la empresa, que al mismo tiempo que continúa extrayéndole grandes cantidades que resultan de la venta del crudo.
La perversidad o torpeza es cuanto mayor en la medida en que el gobierno persiste en aumentar la extracción de crudo en un mercado donde lo que impera son bajos precios a causa de una sobreoferta, y en donde lo que procedería sería impulsar o sumarse a un gran acuerdo entre los grandes productores para racionalizar la extracción, estabilizar el precio y eventualmente inducir su repunte.
Al contrario de ello, en su terquedad por privatizar la industria energética del país y volverla irreversible incluso a través de Pemex, el gobierno priista de Enrique Peña Nieto persiste en aumentar la extracción del crudo, contribuir con ello a su mayor abaratamiento y llevar a la quiebra a esta empresa, pero además extrayéndole la mayor parte de lo que genera y obligarla a endeudarse a un mayor costo.
Así lo prueba –dijo Saldaña Morán– el que, pese al anuncio gubernamental o gracias al mismo, hasta las calificadoras crediticias consideran cada vez más bajo el nivel de confianza hacia la capacidad de pago de la empresa, lo cual significa que, si le prestan, será con réditos cada vez más altos y más dañinos para la salud financiera del organismo, lo que en definitiva compromete su futuro.
Significa que el anuncio de “apoyo” gubernamental para Pemex –advirtió el parlamentario– fue como un llamado a la jauría para engullir a una presa cada vez más atada e incapaz de defenderse. Esto –insistió- no puede sino considerarse torpeza o perversidad en agravio del pueblo mexicano.
Saldaña aclaró que, ante ello, no se trata de destinar recursos de los contribuyentes al rescate de Pemex –como algunos partidos tratan de hacer creer que se quiere al rechazar, sin razón alguna, esa posibilidad–, sino de dejarle a la empresa una mayor proporción de los recursos que genera para su propio saneamiento financiero, inversión productiva e innovación tecnológica.
Se trata de que la principal empresa de los mexicanos utilice racionalmente un recurso no renovable, le dé valor agregado mediante su adecuada industrialización –y deje de importar sus derivados como, por ejemplo, la gasolina– genere mayores ingresos para sí y para el Estado Mexicano, y reasuma su rol como palanca del desarrollo nacional.
Se trata de que, efectivamente, sea más eficiente administrativamente, pero no mediante la afectación de los derechos laborales, sino mediante la disminución de costos innecesarios y gastos superfluos a cargo de una dirigencia sindical y una alta burocracia enriquecida ilícitamente.
No hacer esto y persistir en una extracción irracional del petróleo, con los costos de sustentabilidad económica y ambiental que ello significa, es torpeza o perversidad tendiente al quebranto de Pemex y a la privatización del recurso, lo que, a mediano y corto plazo, impactará inevitablemente las finanzas del mismo Estado mexicano.
De poco servirán las llamadas “coberturas”, porque una baja calificación para Pemex significa mayor costo de las mismas, pero además sólo la garantía para compensar un precio cada vez más bajo, concluyó Saldaña.