Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Papa en México: “¡Como hombres!”
“Si no puedes con el enemigo, únetele”, dice Sun Tzu en El Arte de la Guerra. Y, pues eso es lo que el gobierno mexicano, en sus diferentes advocaciones, ha intentado hacer desde la llegada del Obispo de Roma y Papa del catolicismo mundial. Y no porque Jorge Mario Bergoglio sea un enemigo, pero sí es la conciencia crítica de un gobierno que conoce sus pecados mortales…
El mismo viernes, después de las 7 de la tarde, Francisco fue recibido en el aeropuerto de Ciudad de México con honores de Hombre de Estado, a pesar de que tanto él, como los representantes de El Vaticano han insistido en que su viaje a México es sólo una visita “Pastoral”, pero ni así.
Esto porque el gobierno mexicano no podría replicar en ‘tono pastoral’ a quien desde antes le ha recriminado sus procederes sociales. De tal forma que a la escalinata del avión que lo traía de Roma-La Habana-Ciudad de México lo esperaba el mismo presidente mexicano con su esposa y funcionarios de la política exterior mexicana. Lo usual es que lo haga el Canciller o en este caso la Canciller mexicana.
Cordialidad y respeto como también un mundo de señales de fortaleza gubernamental y señales de que ‘el país no se está deshaciendo entre sus manos’ era la consigna para tratar al hombre que trae en su maleta de discursos muchas reconvenciones al gobierno mexicano, y regaños a sus hermanos obispos que en México muchos de ellos hacen y deshacen en el nombre de Dios en vano: ergo, el cardenal Norberto Rivera Carrera.
En todo caso se le quiso recibir con alegría; mucha de la cual era auténtica, aunque en el mismo aeropuerto la empresa Televisa con apoyo presidencial, puso su templete para que cantaran estrellas del Canal de las Estrellas, envueltos en niños vestidos de blanco que a un llamado corrieron a acercarse a él, sabiendo el cariño que el Pontífice siente por ancianos y niños…
De tal forma que primeramente tuvo que saludar a Cristian Castro, a Las Pandora, a Diego Verdaguer, a Pedro Fernández y… Antes que a los integrantes y prelados que estaban por ahí, en fila india, esperando a que Televisa lo desocupara…
Pero el camino no está por donde el gobierno mexicano quiere enrutar la visita. Y al día siguiente como sin proponérselo, el Papa deslizó el primer reclamo:
“La experiencia nos demuestra que cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo”. O sea: ‘lo que el señor quiso decir’ es que el mal gobierno social, en beneficio de unos cuantos, genera aberraciones sociales, por tanto el mal de origen está en el tal desgobierno que genera desigualdades. Y luego aún más contundente:
“Esto no es sólo un asunto de leyes que requieran actualizaciones y mejoras [¿‘Reformas estructurales’ acaso?] sino de una urgente formación dela responsabilidad personal de cada uno, con pleno respeto del otro como corresponsable en la causa común de promover el desarrollo nacional. Es una tarea que involucra a todo el pueblo mexicano en las distintas instancias tanto públicas como privadas, tanto colectivas como individuales”… que es decir, con políticas de inclusión.
Así que las primerísimas señales fueron enviadas: no un gobierno de individualidades o privilegios para unos cuantos y sí para todos, con la inclusión de todos para generar una mayor justicia social; y las reformas estructurales tienen sentido si son asimismo incluyentes y no imposiciones. ¿Lo entendió el gobierno mexicano en sus vertientes distintas y estatales? ¿O tan sólo comulgarán y olvidarán enseguida que eso mismo es un compromiso de humildad y amplitud?
Así que luego les dio su repasada al Cardenal y a los obispos mexicanos ya en la Catedral Metropolitana:
“…Sean obispos de mirada limpia, de alma transparente, de rostro luminoso. No le tengan miedo a la transparencia. La Iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar. Vigilen para que sus miradas no se cubran de las penumbras de la niebla de la mundanidad; no se dejen corromper por el materialismo trivial ni por las alusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa; no pongan su confianza en los carros y caballos de los faraones actuales, porque nuestra fuerza es la columna de fuego que rompe dividiendo en dos las marejadas del mar, sin hacer grande rumor…” [‘¿Me estás oyendo Norberto’?]
El obispo Felipe Arizmendi, de San Cristóbal de las Casas asumió: “Nos dio una buena revolcada a todos. Nadie se escapó”… Aunque cierto, también, el que no quiere oír, pues no oye: Raúl Vera, de Saltillo, dijo que “[los obispos] hemos estado demasiado callados; o Carlos Aguilar Retes, de Tlalnepantla: “No fue un regaño. De ninguna manera, todo lo contrario, es una motivación muy profunda, una reflexión muy hermosa…”. De todos modos lo dicho, el que oyó, oyó; el que entendió, entendió… y si no…
“Si tienen que pelearse, háganlo; si tienen que decirse cosas, díganselas, pero como hombres, en la cara, como personas de Dios, que después van a rezar juntos, a discernir y si se pasaron de la raya, a pedir perdón, pero mantengan la unidad”…
Al día siguiente, en La Villa de Guadalupe, ofició misa; el estado laico mexicano estuvo ahí; el presidente mexicano comulgó: bien… [“Si Juárez no hubiera muerto…”]… Ojalá y esa humildad y fe se conviertan en gobierno asimismo humano y justo; social y equilibrado… ¿Será? ¿O es pose? ¿O acaso Sun Tzu en México? [Seguimos]