Visión financiera/Georgina Howard
Hay oficios que se pierden… la tecnología los absorbe. Las costureras y sastres parecen más personajes de cuento que del mundo cotidiano. Hacer arreglos a un vestido o confeccionar un traje es más caro que comprar prendas nuevas. Pero no sólo ellos…
Oír un organillero es escuchar un himno de nostalgia. Las nuevas generaciones optan por otras artes en lugar de aprender a afinar y tocar un instrumento que paulatinamente desaparece… ¿y qué hay de las antiguas casamenteras? Hoy es más fácil conseguir citas en Internet que confiar en que alguien nos presente a nuestra futura media naranja. De las comadronas ni hablar: dar a luz en casa ya no es opción.
Hay otros oficios que ahora parece increíble que existieran: el sereno que encendía la luz al caer la noche, el afilador de cuchillos, el cantador o pregonero, el recadero y el herrero.
Existían colchoneros que vareaban la lana… antes de que tuvieran rellenos sintéticos y desechables. Los taladores o hacheros, los resineros que extraían la goma de los pinos, los vendedores ambulantes de barquillos y ruletas de la suerte, los campaneros o barberos… pero más allá de los oficios que el tiempo se llevó, ¿qué oficios necesitas y no encuentras en ningún directorio?
Hablo de los oficios escondidos, de aquellos que necesitas, pero no puedes invocar en voz alta, de los que sólo se conocen de manera subrepticia de boca en boca, en sigilo. Si. Son los magos, los lectores de sueños, los contadores de historias y los chamanes.
En este tiempo en que la brujería se ha desestimado y pervertido, los verdaderos magos se esconden de la publicidad y de los consumidores curiosos o voraces. Hacen su trabajo en las sombras, amparados en antiguos ritos para devolverle a los demás salud, esperanza o consuelo. Leen la energía, pero también el silente lenguaje del cuerpo y las veladuras de los ojos tristes. Oyen el corazón y miran en la naturaleza los símbolos que alguien necesita para proseguir su camino.
Los magos no están en la guía telefónica ni en un punto geográfico concreto. Pero aparecen si los invocas.
El lector de sueños, mientras tanto, se encarna en ti mismo. No necesitas ningún libro para descifrar lo que te reveló el subconsciente mientras duermes. Sólo mantente atento de lo que dictan tus emociones y sentimientos respecto a los mensajes aparentemente contradictorios y complejos. Tú lograrás descifrar siempre los sueños.
Y si antes hubo quien escribía cartas de amor, ahora pululan los vendedores de palabras, los artífices de historias. Son los que dan lógica a un mundo aparentemente inconexo y surreal. Son Periodistas o escritores. Son los que tamizan la realidad para generar nuevas realidades. Tú los buscas para explicarte algunas realidades, pero sobre todo para que descubran para ti caminos nuevos o realidades certeras, aunque no siempre felices.
Y finalmente los chamanes. Curanderos que aprendieron a hilvanar el cuerpo con la mente y espíritu o nexo con lo divino. Armonizan al ser y sanan.
Cuando busques uno de estos oficios perdidos primero busca en tu interior.
Seguro ahí estará uno de ellos, de esos profesionistas de la magia y de la verdad.
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