Abanico
Ni uno más
Así lo expresamos hace seis meses en Puebla. Y hoy nos lo recuerda por escrito: “Ni uno más” en su más reciente libro en donde exhibe con honor y valentía la penuria del periodista. Los que han sido asesinados. O han desaparecido. Es inquebrantable en su afán de gritar, de pedir, de ayudar al gremio. Como él, todos también lloramos.
No se fatiga. Por el contrario, su labor lo hace inagotable. Es don Teodoro Renteria Arroyave, periodista, escritor, analista, buen jefe de familia y amigo. Pero sobre todo unificador del gremio.
En una federación asimila a las asociaciones de periodistas de toda la República. Fapermex. Obtiene de Educación Pública la licenciatura en periodismo para más de mil de ellos por conocimiento adquiridos en su tránsito de veinticinco o más años permanentes en la comunicación.
Y fortaleza, engrandece la profesión, con el Colegio Nacional de licenciados en periodismo. Conalipe. Ambos también bajo el amparo del Club Primera Plana.
Diríamos que conoce el camino que lleva, La fuerza que levanta. El amor a Silvia que humaniza: Y la razón que lo equilibra: sus hijos y sus nietos. Vaya el prototipo que sigue el recorrido que antes imaginó. Un ser humano que también dedica su vida a la defensa de sus colegas. En ello y en lo demás sí, es infatigable.
Hoy, con su enésimo libro “Mi vida son nuestras batallas”, como tesis, es admitido socio de número en la Academia Nacional de Historia y Geografía, A.C., patrocinada por nuestra máxima Casa de Estudios. La Universidad Nacional Autónoma de México.
El presidente de aquella institución, Luis Maldonado Venegas, entregó tal distinción. Que no premio. El reconocimiento a su larga trayectoria en la literatura y filosofía que inició hace más de medio siglo, como periodista.
La lectura de su más reciente libro nos recuerda que somos responsables de lo que hacemos, sin importar lo que pensemos. En síntesis, es la historia de la lucha periodística. La sobrevivencia. Y la incuria oficial para defender sus vidas.
Se remonta en el volumen a partir de l959, cuando nace el Club Primera Plana, a donde llega quince años después. Y asume dos veces su presidencia, en 1994-96 y 2000-2002.
A través del tiempo y el espacio investiga, y aquí lo resume. A partir de 1983 a la fecha, marzo de 2016, han asesinado y desaparecidos 245 periodistas. Reporteros, trabajadores de prensa, parientes. Identifica a los colegas muertos. A los desaparecidos. Fecha y lugar. Acucioso.
Nos recuerda su trabajo el vivir sin aparentar. Amar sin depender. Escuchar sin atacar y hablar sin ofender.
Pulso firma al escribir este volumen de 450 páginas. Hace presente todas las vicisitudes y peligros al que se enfrentan desde siempre, hombre o mujer que nos platican, en sus notas, lo que sucede en nuestro entorno.
Quienes reporteros verticales. Periodistas dignos. Comunicadoras morales enfrentan su quehacer con valentía. Y hoy también con temor por lo que todos sabemos. Criticamos y, por qué no decirlo, tememos.
Nos hace pensar que el problema no es el problema en sí. Es la actitud frente a él. Pero evidencia la oficialidad de éste. Y la atonía de muchos medios impresos. Televisión o radio, Cautos, para no decir otros adjetivos. Frente a la agresividad, sea del gobierno, narcotráfico o crimen organizado.
Una por una de las víctimas tiene su historia en este volumen editorial. Maneja con puño de hierro, en guante de seda la impunidad, la tolerancia y la indiferencia.
El doctor Ulises Casab Rueda, vicepresidente de la Academia, comentó con elocuencia “mi vida son nuestras batallas” que prologó y explicó elocuentemente Maldonado Venegas.
El marco legal de la ceremonia no pudo ser más solemne: los académicos portaban muceta, insignia y distintivo institucionales. Aceptaban a un nuevo colega. Reconocían su valer. Aplaudían la filosofía del periodista y escritor. Sobre todo que, al admitirlo, honraban también a la Academia. No lo premiaban. Lo distinguían. Y se honraban.
El nuevo académico de número, don Teodoro Rentería Arroyave, presidente vitalicio honorario del Club Primera Plana, se veía no solamente satisfecho. Estaba radiante ante un salón pletórico de reporteros de todo el país.
Su esposa Silvia, compañera inseparable y diríamos su jefe de redacción, a quien significó con veraz ilusión nos hizo recordar que, si amas y ríes, eres invencible. Después de un tiempo uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar el alma a tu profesión, que también ella ama.
Esta lectura nos precisa que el inexorable tiempo todo se lo lleva, menos el sufrimiento que lacera a unos y alegra, infelizmente, a otros. Y también revela hechos tangibles, inéditos hasta hoy, que serían abrevadero literario, histórico y legal para la Comisión Nacional de los Derechos Humanos tan preocupada ya por las desapariciones y asesinatos de los que comunicamos a la sociedad el quehacer de Estado, gobierno y pueblo.
Solidariamente nos sumamos al grito que también en septiembre último el presidente de la ciudad de Puebla, Tony Gali Fayad en la promulgación del Colegio Nacional de licenciados en periodismo, lanzó ante comunicadores de todo el país, lo que ha sido, es y seguirá nuestra justa y clara demanda:
“Ni uno más”