Abanico
La polémica de la Sábana Santa
Es uno de los objetos más estudiados del mundo, pero el que presenta mayores interrogantes sin resolver desde el punto de vista científico. Para algunos hombres de ciencia se trata sólo de un fraude, mientras que un centenar de sus colegas han encontrado evidencias sin explicación desde el punto de vista lógico.
Se trata de la Sábana Santa, el lienzo que pretendidamente cubrió el cuerpo de Jesús, el Nazareno, después de su muerte, cuya imagen quedó plasmada en la tela y que para millones de creyentes es la prueba física irrefutable de la resurrección de Cristo.
Una copia fiel en tela de la Sábana llegó a México en 2012 y fue depositada en la Basílica de Guadalupe. Se expuso en varias ocasiones, pero no ha vuelto a ser observada por los creyentes, que han solicitado la exhibición permanente del lienzo: o han encontrado respuesta de las autoridades eclesiásticas, encabezadas por el vicario y rector de dicho recinto, Enrique Glennie Graue.
Enmarcada en un ambiente de polémica durante siglos, la sábana permanece desde 1578 en la catedral de San Juan Bautista, en Turín, Italia, en donde es objeto de exposiciones temporales, de acuerdo a la autorización de El Vaticano.
La Sábana Santa es una gran pieza de lino de 4.41 metros de largo por 1.13 m de ancho, de color amarillento con manchas que van del rojo y anaranjado, al ocre, raída, sucia, con daños ocasionados por el fuego y que muestra la imagen de un hombre barbado, a cuerpo entero por frente y detrás, con huellas visibles de crucifixión.
En los primeros siglos de la cristiandad se desconocía la localización de la Sábana Santa, conocida también como santo sudario de Turín o síndone (palabra que en griego significa mortaja), hasta que alrededor del año de 944 se detecta que es exhibida cada viernes santo en la ciudad de Constantinopla.
Posteriormente, se detecta que en el siglo 13 es custodiada en Europa por los caballeros Templarios hasta la desaparición de esa orden en 1312. En 1357 se exhibe en la iglesia de Lirey, Francia. En 1389, el obispo Pierre D, Arcis se opone a su veneración y argumenta que es un fraude, se oculta por 35 años y después se vuelve a exhibir.
El objeto permanece un tiempo oculto y en 1418 es colocado en el castillo Montigny-Montfort, en Francia. En 1453 los dueños del castillo se lo venden a Luis de Saboya, quien lo deposita en la capilla de Chambery. En 1532 un incendio destruye ese lugar y quema la urna de metal en que se encuentra el lienzo, el cual sufre daños parciales. En 1578, se deposita la sábana en la iglesia de San Juan Bautista de Turín, Italia, en donde se encuentra hasta la fecha. En 1983, la familia Saboya dona la sábana al Vaticano.
Milagro
Felipe Latapí Clausell, miembro del Centro Mexicano de Sindonología, afirma a Quadratín México, que han sido constantes las fallas mostradas por el método de carbono 14 para encontrar las fechas de numerosos objetos históricos, por lo cual este sistema no puede ser considerado como confiable para determinar el año de fabricación del lienzo.
En defensa de la originalidad de la pieza, menciona que, de acuerdo a otros estudios científicos, se detectó que el lino utilizado en la sábana es procedente del siglo I de nuestra época, además de que se detectaron esporas de polen procedentes de Palestina, también de esa fecha.
Entre las pruebas que evidenciaron el carácter sobrenatural de la pieza, se encuentran las imágenes tridimensionales obtenidas, lo que evidencian que la imagen plasmada se debió a la presencia de un cuerpo con relieve y no es producto de una pintura.
Los partidarios de la autenticidad del sudario replican que ninguna técnica conocida de pintura a mano puede aplicar un pigmento con semejante nivel de control sobre una superficie de fibras.
En el año 2000, el Shroud Science Group, que agrupa a más de 100 científicos –de diversas nacionalidades– estudiosos de la Sábana Santa, empezó a realizar diversos análisis al lienzo, bajo la dirección del profesor Guilio Fanti, del Departamento de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Padua, Italia.
Ese grupo determinó que “la imagen no es producto de pigmentos ni colorantes y que más bien es producto de una radiación que oxidó y deshidrató las fibras de la tela de lino en una forma similar (no igual) a cuando un pan es tostado quedando zonas color café obscuro”. Latapí sostiene que ni más ni menos la imagen del hombre quedó impresa como producto de la energía generada por la resurrección.
Los científicos del grupo determinaron que el tipo de radiación liberada durante la resurrección de Jesús, supone que desde el cuerpo emanó un flujo de electrones al producirse un intenso campo eléctrico que «arrancó» de los átomos estos electrones (ionizó los átomos) que al ser atraídos por la roca de la tumba que actuaría como un electrodo debido a la formación de una diferencia de potencial , fluirían en forma unidireccional encontrándose a su paso con la Sábana Santa, oxidando y deshidratando sus fibras.
Quedarían con mayor definición en la imagen las zonas donde hay más protuberancias, la nariz, las cejas o las manos del cuerpo de Jesús, produciéndose un patrón tridimensional.
El Centro Mexicano de Sindolología señala que, según investigaciones de por expertos en medicina, arqueología, historia, física, palinología, etc., ese cuerpo pertenece, efectivamente, a un hombre golpeado, flagelado, ‘coronado’ con un casquete de espinas, crucificado y abierto el costado en el siglo I de nuestra era.
Fraude
Entre la principal prueba argumentada por los detractores del lienzo se encuentra la datación de la pieza en base al sistema de carbono 14, autorizada por el Vaticano en 1988, que revelaron que la sábana fue fabricada entre los años 1290 y 1360.
El estudio lo encabezaron la Universidad de Oxford, la Escuela Politécnica de Zúrich y la Universidad de Arizona y publicado en la revista Nature. El periodo en que fue fechada la tela, echaría por tierra su autenticidad.
En 1979, el científico Walter McCrone concluyó que la imagen estaba compuesta por partículas de pigmentos, es decir, que la imagen del hombre fue pintada, mediante una técnica especial.
Otra teoría, más atrevida, de los detractores es la de Lillian Schwartz, consultora gráfica de la School of Visual Arts of New York; Lynn Picknett, investigadora, y Nicholas Allen, profesor en Historia del Arte de la Nelson Mandela Metropolitan University, en Sudáfrica, quienes señalaban que la sábana en realidad es una fotografía realizada por Leonardo Da Vinci con una cámara fotográfica rudimentaria.
Schwartz se hizo conocida el siglo pasado, por los 80, al argumentar que la pintura de la Mona Lisa era un autorretrato de Leonardo. Da Vinci, afirmó, contaba con la técnica adecuada para elaborar dicha cámara fotográfica artesanal, una linterna mágica, un dispositivo de proyección simple y compuestos de plata sensibles a la luz, aplicados sobre la tela.
Todos ellos afirman que Leonardo tenía los conocimientos necesarios en anatomía y los materiales para fabricar una primitiva cámara oscura como para fabricar un sudario falso que reemplazaría a la falsa reliquia de mala calidad que estaba en posesión de la familia Saboya desde 1453.
La explicación ‘natural’
Existe una tercera vertiente, la sostenida por los investigadores R. N. Rogers y A. Arnoldi, quienes propusieron una explicación natural que no descarta la autenticidad del lienzo. Esta teoría recurre a los gases que escapan de un cadáver en las primeras fases de descomposición.
Los investigadores argumentan que los gases de cadáveres son extremadamente reactivos químicamente y al cabo de un par de horas, en entornos como los sepulcros, el cuerpo empieza a producir aminos más fuertes en sus tejidos, lo que provocaría el color observado en la capa de hidratos de carbono, pero crea preguntas por parte de los defensores de la autenticidad de la pieza: ¿por qué la imagen es tan realista y no está difuminada lo cual estaría más apegado a un cuerpo en descomposición?
La polémica continuará sin duda por toda la vida. La Iglesia Católica no ha negado ni corroborado la autenticidad de la pieza como aquel lienzo que cubrió a Jesús después de su muerte. Se limita a permitir la veneración de la Sábana.
En México, en las oficinas del Arzobispado, ubicadas en Durango 90, el primer sábado de cada mes se organizan conferencias sobre el tema por parte del Centro Mexicano de Sindonología.
En diversos países del mundo, el Vaticano ha distribuido copias de tela de la sábana para que sean vistas por los fieles católicos, situación que ocurrió en México de manera temporal, pero que ahora, por razones que se desconocen, ya no lo realizan las autoridades de la basílica del Tepeyac. La copia del sudario de Turín se encuentra en una bodega del recinto Guadalupano.