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CIUDAD DE MÉXICO, 26 de marzo de 2016.- Tomás no lo podía creer. Su razón se imponía a su dolor de haber perdido a su maestro Jesús. Para él, nadie podía resucitar.
Pero Jesús acabó con su incredulidad al mostrarle las marcas de los clavos en sus manos por la crucifixión.
Tomás, que es citado por los incrédulos con la frase de ‘yo como Santo Tomás, hasta no ver no creer’, se rindió al máximo milagro del Nazareno: regresar de entre los muertos.
Lo anterior formó parte de la representación de la resurrección de Jesús en Iztapalapa, que este año llegó a su primera década, a diferencia de la Pasión que ya cumplió 173 años.
Es un evento con menor convocatoria que el Vía Crucis, inició a las 20:45 horas y mantuvo a los presentes, alrededor de 3 mil personas, con enorme interés por ver cómo asciende Jesús a los cielos, tal como refieren las Sagradas Escrituras.
Un momento que no por sabido, representado en películas y también en Iztapalapa, dejó de ser grabado por celular por los asistentes y también marcó, a las 21:35 horas, el momento con el que concluyó la Semana Santa en Iztapalapa, donde participaron dos mil actores.
Este año la resurrección estuvo marcada por la menor duración del acto, y por el ascenso de espaldas de Jesús, que no pasó a mayores.