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CIUDAD DE MÉXICO, 1 de abril de 2016.- El Sistema Educativo Nacional, uno de los más grandes y complejos de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), ha logrado avances significativos en cuanto al fortalecimiento y ampliación de la red en ese ámbito. Sin embargo, persisten las desigualdades estructurales y estructurantes, indicó Alejandro Márquez Jiménez, del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) de la UNAM.
La casa de estudios explicó que lo anterior implica escuelas en malas condiciones y profesores menos capacitados. Estas disparidades tienden a replicarse en todos los niveles escolares, pero son remarcadas en las zonas más pobres, cuya población usualmente accede a una instrucción que no cubre los parámetros mínimos de calidad.
Con motivo del Día Mundial de la Educación, que se conmemora este 1 de abril, el investigador de la UNAM mencionó que de acuerdo con estimaciones del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, en 2014 cerca de 4.5 millones de niños y jóvenes de entre tres y 17 años no acudieron a la escuela, lo que representó 13.2 por ciento de la población total en este rango de edad.
Además, entre 1970 y 2010 “casi teníamos la misma cantidad de analfabetos. Es decir, en 40 años el número de personas sin acceso a la educación era de unos seis millones; al finalizar la primera década del siglo XXI la cifra fue de cinco millones”.
Destacó que en el país la población en edad escolar seguirá creciendo y que se cuenta con capacidad de acceso para los alumnos de primaria y secundaria, pero no para los de preescolar.
En cuanto a la educación media superior, Márquez Jiménez indicó que en algunas localidades de México no hay planteles para atender la demanda. “Los jóvenes tienen que moverse a otras ciudades, mientras que la educación superior, por su alto costo, tiende a centralizarse.”
Se refirió a la necesidad de atender la preparación de los docentes. “No podemos esperar un mejor desempeño escolar si no hacemos nada por la formación académica de los profesores, pero no en términos de premios y castigos, sino en el entendido del papel que tiene la profesión y su importancia para el desarrollo del país”.
Por último, debe considerarse que el sistema no es perfecto y que existen aspectos por mejorar. “En ocasiones sólo se ven las fallas y no se consideran los avances. Esta percepción daña al sistema escolar, además de las políticas que cambian las prioridades de atención cada sexenio.