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CIUDAD DE MÉXICO, 7 de abril de 2016.- Para responder a la demanda de movilidad en la zona metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) se requiere un cambio estructural en el transporte público, que implica una fuerte inversión económica y en la cultura del ciudadano, señaló Antonio Suárez Bonilla, académico de la Facultad de Arquitectura (FA) de la UNAM.
En la Ciudad de México, el 70 por ciento de la población se mueve en transporte público de baja calidad. “Su potencial es enorme, principalmente por la cantidad de personas que traslada a diario. Sin embargo, para que más gente deje el automóvil y recurra a esta opción, es indispensable no sólo un cambio cultural, sino también un medio de transporte adecuado”, resaltó el especialista en un comunicado.
Y añadió que necesitamos más y mejor transporte; en su opinión debería crearse algo similar a la Ruta 100, organismo que en su momento, dijo, llegó a ser una excelente opción de traslado.
El también responsable del Laboratorio de Movilidad e Infraestructura de la FA planteó que las estaciones del Metro deben ser más accesibles y que exista menor tiempo de espera entre un tren y otro.
En cuanto a la red del Metrobús, sistema creado hace una década, dijo que constituye un buen medio de transporte, pues moviliza a un número considerable de habitantes. No obstante, compite con el Metro al correr de forma paralela a las líneas de este transporte, en lugar de alimentarlo.
Uno de los principales aspectos que podrían solucionar la movilidad en la urbe sería el estímulo de un programa nacional de vivienda accesible y asequible en centros urbanos, que evite la especulación inmobiliaria y permita acercar a la población a sus centros de trabajo.
El universitario recomendó un cambio cultural basado en el bienestar; es decir, dejar el automóvil, que resulta un medio caro y con muchos problemas. No obstante, aún representa un nivel de confort superior al del transporte público.
Se debe entender que la manera de trasladar personas, bienes y servicios como se hace desde mediados del siglo XX, es decir, en automóvil, no sólo ha modificado la forma en que producimos, aprendemos y hasta el modo de consumo, sino que también tiene un efecto sobre el gasto energético.
Además, viajar desde lejos para llegar a los centros laborales se traduce en emisión de gases contaminantes a la atmósfera. “El parque vehicular es altísimo y en crecimiento, y mientras más se expande la zona metropolitana, hay más autos”.
Finalmente, Suárez Bonilla destacó que otra medida para solucionar los problemas actuales sería generar comunidades de movilidad, es decir, compartir los autos. “Es una forma de coordinar los recursos para hacerlos más eficientes”