Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
Votar o no votar
Tome nota. De las elecciones que vienen dos entidades tienen récord de votación superior al 60 por ciento; en seis la afluencia supera el 50 por ciento y en cinco acudieron a las urnas entre el 41 y 47 por ciento de los electores.
A mitad del río, las campañas electorales van cumpliendo los tiempos legales rumbo a las urnas, por eso en esta etapa aparece la duda casi cíclica, la gran interrogante de si los partidos serán capaces esta vez de ganarle la batalla al abstencionismo o no.
Lo cierto es que el abstencionismo es una práctica muy común en algunas entidades, acción que se resume en echar a la basura el derecho a decidir.
Hay quien está convencido de que no votar o anular su papeleta lo libera de la carga que pueda significar un mal gobierno.
Tan costoso que es darle mantenimiento a la democracia para que al final hay quien piensa que no será cómplice de ningún partido y decide echar su voto al basurero.
En las últimas décadas han aparecido movimientos que han logrado muchos seguidores que tiene la misma finalidad, el “voto blanco” o el “voto nulo” son actitudes que llevan inexorablemente a anular el voto o a no contabilizarlo.
Al final de estas historias, un candidato puede ganar con un puñado de votos, sin descartar que un voto solo puede hacer la diferencia.
Hay entidades en las que entre menos salga la gente a votar, más posibilidades tienen de mantener su triunfo. Es la magia del abstencionismo.
Los expertos en puntos de vista del Chamanic Center están convencidos de que lo importante es votar. Si gana el candidato con o sin partido, se le puede exigir que cumpla; si pierde, también hay posibilidades de exigir que cumpla o vendrá el voto de castigo.
Menos choro y a los datos.
La inercia de los votos
De acuerdo a los resultados de los comicios de hace seis años, de 2010 para más señas, los estados donde el abstencionismo ciudadano hizo de las suyas fueron Chihuahua, Quintana Roo, Tamaulipas, Durango e Hidalgo.
Las entidades anteriormente señaladas están bajo la bandera del PRI y sólo en un caso, Chihuahua, ha habido alternancia política. También distingue a los chihuahuenses tener el poco honroso primer lugar de los abstencionistas con un nada presumible 58.59 por ciento.
En el caso de Hidalgo, que se considera una entidad zapato, porque el PRI gana tradicionalmente todo, en la más reciente elección el abstencionismo en la tierra de Miguel Osorio Chong fue del 52.62 por ciento.
Ni muy muy ni tan tan
El segmento intermedio lo integran las entidades donde más de la mitad de los electores acuden a votar. Aquí encontramos a Aguascalientes, Oaxaca, Puebla, Sinaloa, Veracruz y Zacatecas.
Salvo Veracruz, el resto de los estados han sido gobernados por partidos distintos al PRI. Y en los más recientes comicios, en Oaxaca, Puebla y Sinaloa, los priistas fueron desbancados por alianzas entre PAN, PRD y Movimiento Ciudadano.
En el proceso 2016, estas entidades pueden dar sorpresas de alternancia. Pero nada garantiza que disminuya la abstención.
Estados modelo
De los comicios a realizarse el 5 de junio, Tlaxcala y la Ciudad de México se distinguen por ser entidades donde la gente sale a votar.
Como ya sabemos, en Tlaxcala habrá cambio de gobernador y en la CDMX se elige a los integrantes de la Asamblea Constituyente.
En el primer caso y aunque se advierte una fuerte competencia electoral, en virtud de que tres mujeres están en las campañas y podrían darse sorpresas, el nivel de participación es superior al 63 por ciento. Esto significa que casi dos terceras partes de los ciudadanos votan y otro tercio se queda en su casa.
En el caso del ex DF, hoy CDMX, las estrellas de participación se la llevan los chilangos con casi el 70 por ciento de ciudadanos que acuden a las urnas. En las elecciones de 2012 la abstención se ubicó en 32.76 por ciento. Hay que decir que la entidad que se lleva todos los aplausos es Yucatán, pero este año no tuvo elecciones.
Se sabe que hay ciudadanos que votan por los colores de un partido, o por el candidato, pero también hay quienes no votan ni por unos ni por otros.
Los resultados electorales son otra historia.
Lavaderus est
1.- Paradojas en la CDMX: Revista AltoNivel.
En la edición de abril de la revista AltoNivel -siempre certera e imprescindible para la toma de decisiones-, sus analistas hicieron un interesante ejercicio para determinar quién hará la Constitución de la CDMX y los resultados fueron sorprendentes.
El PRI que en la capital del país es uno de los partidos más débiles, será uno de los más fuertes en la Asamblea Constituyente.
Morena tiene una tercera parte del electorado en la Ciudad de México y el PRD una cuarta parte.
Podemos estimar que sus constituyentes serían 20 y 15, respectivamente. El PRI podría obtener un magro 15% (nueve constituyentes), y sumarlos a los elegidos por el Presidente (seis), los senadores priistas (siete) y los diputados federales del tricolor (seis). El esquema podría darle al PRI 28 constituyentes, que sumados a sus aliados del PVEM podrían llegar, según las estimaciones actuales a 34.
2.- Agustín Basave y Pablo Gómez, dos maneras de ver el 2018.
Por lo visto Agustín Basave tiene una perspectiva distinta a la manera en que piensan perredistas de siempre como Pablo Gómez para 2018.
Mientras el dirigente nacional del PRD abrió la posibilidad de ir en alianza con el PAN (Universal 28-04-2016) pero con un candidato externo, ante la perspectiva de que ningún partido por si solo puede ganar las elecciones, Pablo Gómez planteó que lo que hace falta es un acuerdo nacional pero de las izquierdas.
En su cuenta de Facebook Gómez plantea: Ningún partido puede ganar solo una elección en México, incluida la presidencial de 2018. Pero más allá de los partidos, el país tiene tres corrientes políticas principales: la izquierda en su acepción más amplia, llamada progresista por algunos; la derecha tradicional encabezada por el PAN, la Coparmex y los derivados de Acción Católica; la derecha priista con las estructuras supervivientes del viejo régimen.
Y subraya: Pueden las izquierdas tener un candidato único de todas las fuerzas progresistas del país y expresarse en las urnas como el tercio mayor. Sí, eso es más fácil que cualquier otra solución política en la encrucijada mexicana.
Lo que dice Pablo Gómez es congruente pero a veces gana el pragmatismo. ¿O no?
3.- El tuitazo del mes.
El escándalo del padrón electoral en Amazon, es Dantesco. @alarcondibujos