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CIUDAD DE MÉXICO, 10 de mayo de 2016.- En 2015, más de 33 millones de mujeres mayores de 12 años eran madres, de las 62 millones 629 mil 165 que hay hasta el 2016 en el país —51.2 por ciento de la población total— según datos del Consejo Nacional de Población (Conapo).
De acuerdo a datos oficiales, apoyados en la Secretaría de Desarrollo Social e Inegi, hasta el año pasado 9.3 millones de hogares mexicanos eran dirigidos por una jefa de familia. Esto significa que la jefatura femenina aumentó 4 puntos porcentuales entre 2010 y 2015.
La entidad con mayor número de jefas de familia es la Ciudad de México (35.7 por ciento), seguido por Guerrero (32.7) y Morelos (32.2). Las entidades con menor jefatura femenina son Nuevo León (23.6 por ciento), Zacatecas (23.9) y Coahuila (24).
Para dar cumplimiento al Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, el Gobierno Federal implementó el Programa Seguro de Vida para Jefas de Familia con un presupuesto para este año de un mil 80 millones de pesos, el cual contribuye a disminuir la vulnerabilidad de estos hogares ante el posible fallecimiento de la madre, fomentando la protección social de hijos en estado de orfandad.
Al presentar los hogares con jefatura femenina una brecha en la cobertura de protección social y en el nivel de ingresos, dicho programa reduce su vulnerabilidad y contribuye a la consolidación de un sistema de seguridad social universal, característica de un “México Incluyente.”
Actualmente, han sido beneficiados 28 mil 880 personas en situación de orfandad desde que se creó este seguro en 2013; para 2016, existen 6.1 millones de madres prerregistradas, según información de Los Pinos.
Se considera jefa de familia a la mujer que toma las decisiones importantes en el hogar y a quien los demás integrantes reconocen como líder de forma natural; por su edad, experiencia, autoridad, respeto o por razones de dependencia moral o económica.
El Programa Seguro de Vida para Jefas de Familia estima que cuando una jefa de familia fallece, se agudiza la pobreza de sus hijos en edad escolar. Una vez en situación de orfandad, frecuentemente abandonan sus estudios y buscan empleo, lo que se conoce como trabajo infantil y adolescente.