Visión financiera/Georgina Howard
No cede contaminación
La contaminación atmosférica no cede como tampoco la deforestación en la Ciudad de México.
Cada día talán un promedio de 15 árboles en distintos puntos de nuestra gran urbe, a sabiendas que estos colosos de bella figura nos proveen de oxígeno, sombra, cobijo y vida.
Recordaba la semana pasada, en éste mismo espacio, cómo era aquella demarcación (Benito Juárez) arbolada y de fuertes tonalidades verdes, con sus amplios camellones adornados de altas y frondosas palmeras, por sus aceras sembradas de jacarandas con su violeta tonalidad y los jardines de sus amplias casas, engalanados de buganvilias, rosas, claveles y demás variedad de flora, se caminaba con el aire fresco en el rostro.
Hoy todo eso quedó en el recuerdo, como la casona de la abuela en Pestalozzi, de la que sólo sobre vive una enorme araucaria de unos 20 metros de altura y que fuera sembrada por la misma abuela paterna. En lugar de la casa de tres pisos, levantaron dos edificios de cinco pisos, con diez departamentos cada uno. Es decir 20 departamentos de 70 metros cuadrados. Por lo menos tuvieron la ocurrencia de denominarlo con el nombre de dicha conífera proveniente del sur del continente.
Hoy también observamos que en donde había árboles y setos se incrementa el volumen de acero y cemento en nuestras diversas arterias para darle paso al culto por el automóvil. Mientras las autoridades, en contubernio con las constructoras, poco nada hacen para detener el ecocidio y dotarnos de un transporte público eficiente, suficiente y seguro.
Leo, con disgusto, que “los árboles perdidos anualmente representan casi el doble de los que se plantarían en el Programa de Reforestación anunciado por el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, para los próximos tres años”.
Es decir que en la megalópolis la peor amenaza para la flora, sobre todo para los árboles, no son las plagas o los fuertes vientos que en ocasiones los derriban. No, la amenaza es la tala inmoderada, tanto autorizada como ilegal.
La nota en cuestión fue publicada el pasado domingo en el diario Reforma. La cito por su importancia en el tema y para que despertemos ante el grave deterioro del ambiente que no se soluciona con inadecuadas e insuficientes políticas públicas de movilidad. Sino con una planeación de fondo y políticas bien estructuradas en las que participen científicos ambientales, físicos, químicos y todos aquellos que puedan corregir la ineficacia gubernamental.
Dice:
“A pesar de sus problemas de calidad del aire, la Ciudad de México (CDMX) se da el lujo de talar al año más de seis mil árboles en espacios urbanos para dar paso a la construcción de obras públicas y privadas.
“La Secretaria del Medio Ambiente local, Tanya Müller, informó que, de diciembre de 2012 a abril de 2016, han sido entregados permisos para talar 18 mil 900 árboles, una pérdida de 15 al día.
“En contraste, el Programa de Reforestación de la CDMX contempla plantar mil 63 árboles en el periodo abril-diciembre de 2016, esto es, apenas 3.8 árboles diariamente.
“Con dicho plan, el Gobierno capitalino busca captar anualmente 66 mil toneladas de bióxido de carbono, es decir, 19 toneladas por cada árbol. En otras palabras, los ejemplares talados absorberían 359 mil toneladas de carbono al año.
“El Programa de Reforestación es calificado por especialistas como una medida de reacción ante la crisis ambiental que vive la capital.
“No es lo mismo un árbol de 40 años, de 10 metros de altura, que arbolitos que van a sembrar en las banquetas. Ni siquiera están tratando de compensar lo que han derribado en los últimos tres años”, advirtió Fernando Córdova Tapia, investigador del Instituto de Biología de la UNAM.
“Daniel Rivas, presidente de la Asociación Mexicana de Arboricultura, señaló que el plan sólo busca modificar la imagen negativa del Gobierno. “Ahora, apurados, como han estado talando tantos árboles, deben mostrar que los están reponiendo”, sostuvo.
“En tanto, Müller dijo en entrevista que la norma ambiental fue actualizada para elevar los costos económicos de mitigación ambiental y disuadir a los constructores de talar árboles.
“El costo por derribar los más grandes y fuertes pasó de 12 mil 900 a 263 mil 854 pesos.
“La deforestación urbana, sin embargo, no sólo se debe a las obras.
“De 2013 a la fecha, Protección Civil ha atendido dos mil 690 emergencias por árboles que caen en tormentas y ventarrones. Y, en el mismo periodo, se han atendido mil 727 denuncias por tala clandestina.
“Otra amenaza son las plagas, principalmente el muérdago. Actualmente, esta planta parásito –que seca paulatinamente el árbol hasta ponerlo en riesgo de caer– afecta a 45 por ciento del arbolado de la Ciudad”.
Y les pregunto, porque no lo recuerdo: ¿Hace cuánto tiempo no se inaugura o se expropian predios para un parque arbolado y con espacios para que las familias paseen y los pequeños jueguen? O es que hacerlo va en contra de la modernidad y ésta exige acabar con el medio ambiente.