Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Los paramilitares de Tamaulipas
El 23 de enero de 1866, en Tantoyuquita, Tamaulipas, el general juarista, Pedro José Méndez, encabezó un destacamento militar para tratar de robar un convoy de ferrocarril valuado en por lo menos 300 mil pesos, una fortuna en aquellos años, pero no logró su propósito, porque una bala certera hizo estallar su corazón. Aún no había cumplido 30 años.
Fue el mismo presidente Benito Juárez, quien años atrás había dado el nombramiento de general de su ejército a Méndez por sus acciones de valentía mostradas en contra de los invasores franceses.
Pedro José Méndez se convirtió en una figura importante para la vida cívica de Tamaulipas, aunque en torno a su figura surgieron discusiones entre los historiadores, mientras algunos era un héroe importante, para otros no tenía el tamaño para ser considerado de esa manera.
Ahora el nombre del héroe tamaulipeco fue tomado por hombres armados que integran la “Columna Armada, General Pedro José Méndez”, de orígenes no claros, que aparecen abiertamente en la escena política de Tamaulipas.
El grupo surge desde hace 6 años aproximadamente, pero tomó notoriedad por su presencia en un mitin del candidato del PAN a gobernador de la entidad, Francisco García Cabeza de Vaca, aunque en las redes sociales también circula otro video en el que se observa a miembros de ese grupo celebrar un aniversario de su organización, en el que se ve a militantes del PRI y de Movimiento Ciudadano.
El escándalo tocó el interior del PRI, cuando el dirigente nacional de dicho partido, Manlio Fabio Beltrones, expulsó del Revolucionario Institucional a Reyes Zúñiga Vázquez, Luis Cesáreo Aldape Lerma y a Gustavo Estrella Cabrera, quienes eran candidatos del tricolor a las alcaldías de Hidalgo, Mainero y Villagrán, respectivamente. La zona de mayor influencia de la “columna” precisamente se localiza en esos tres ayuntamientos.
Los ex priistas habían acudido a un mitin de García Cabeza de Vaca, en una jugada que Beltrones calificó como una presión de la “columna” para “comprar” a los candidatos priistas y que crecieran las opciones de triunfo de García Cabeza de Vaca, quien enfrenta al aspirante de la coalición PRI-Verde-Panal, Baltazar Hinojosa Ochoa.
En las ocasiones que han aparecido de manera pública, los hombres armados de la “columna”, señalan, por medio de mantas, que están en contra de los secuestros, las extorsiones, los robos y los delitos que se cometen en contra de la ciudadanía tamaulipeca. Acusan que estos ilícitos son cometidos fundamentalmente por el cartel de los Zetas.
¿Quiénes integran a la Columna Armada, General Pedro José Méndez? No se sabe de cierto, y las especulaciones pueden llevar desde afirmar que se trataría de grupos organizados por los ganaderos y productores agropecuarios fuertemente afectados por la inseguridad en la zona, hasta las versiones de que la manera en que va dirigida la crítica en contra de los “zetas”, colocaría en primer plano a miembros del Cartel del Golfo. El hecho es que su presencia seguramente tendrá algún efecto en las próximas elecciones en Tamaulipas.
EL MODELO COLOMBIANO
Si acaso existe el financiamiento del crimen organizado para la “columna”, estaría fortaleciéndose el modelo de Colombia de los años ochenta, cuando después de una cumbre mafiosa, los barones del cartel de Medellín, Pablo Escobar Gaviria, Gonzalo Rodríguez Gacha, Favio Ochoa y Carlos Ledher, formaron el grupo Muerte a Secuestradores (MAS), con el fin de acabar con los plagios que empezaban a realizar los guerrilleros del M-19 en contra de familiares de los jefes mafiosos.
En aquellos tiempos, los cárteles colombianos no tenían en su esquema de negocios el secuestro como un “giro” de sus actividades y lo consideraban incluso como una afrenta, al igual que el asesinato de familiares en sus vendettas. Era un código de honor respetar a mujeres e hijos.
Un modelo similar existió también durante décadas en México, cuando nuestro país no era un país consumidor y era utilizado simplemente para el trasiego de estupefacientes hacia Estados Unidos. El mercado estadounidense era suficientemente grande para ser surtido por todos los carteles mexicanos y sus socios de Colombia.
Cuando México se convirtió en un importante país consumidor ese esquema se rompió y ahora ya no existen reglas. La “columna” operaría bajo el viejo esquema colombiano.
Los grupos paramilitares en México existen desde hace muchos años. Edgardo Buscaglia, experto internacional en temas de delincuencia organizada afirmó que hace dos años existían en el país 167 grupos paramilitares de todos los tamaños.
Sus orígenes son los más diversos, desde los financiados por el mismo narco y que se hacen pasar como autodefensas, pasando por las mismas autodefensas formadas por los habitantes de diversos poblados hartos de la delincuencia, hasta los grupos armados creados por empresarios y agricultores y ganaderos que defienden sus bienes.
En Chiapas, por ejemplo, desde hace 50 años fue notable el crecimiento de los grupos paramilitares pagados por los terratenientes cafetaleros y los ganaderos para proteger sus intereses. De siempre, los indígenas tzeltales y tzotziles fueron carne de explotación en las haciendas cafetaleras.
Las deplorables condiciones de los indígenas fue el caldo de cultivo ideal para que la teología de la liberación y la tendencia de izquierda maoísta del llamado Grupo Torreón, que por los años setentas tuvo presencia en Chiapas, crearan las bases ideológicas que alimentaron al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
En Guerrero, los trabajadores de la copra, sometidos a salarios miserables, también fueron víctimas de abusos de los grandes terratenientes, situación de explotación que en el largo plazo hicieron surgir entre los años sesentas y setentas del siglo pasado los movimientos guerrilleros de Genaro Vázquez Rojas y de Lucio Cabañas. De hecho fue el uso de las fuerza no sólo del gobierno guerrerense, sino de los grupos paramilitares lo que aceleró la radicalización de la guerrilla.
Las condiciones de deterioro social que sufre Tamaulipas desde hace muchos años, establecen las condiciones ideales para que los grupos paramilitares tengan presencia pública y, sin duda, influirán de alguna manera en el proceso electoral que se avecina. Las autoridades han tratado de parar los delitos en ese estado con discursos, pero se necesita mucho más para que la violencia deje de ser parte del paisaje cotidiano de los tamaulipecos.