Escenario político
Arcoíris mexicano
Con novedad en el frente: El presidente mexicano Enrique Peña Nieto mandó al Congreso, el 18 de mayo pasado, una iniciativa de reformas a la Constitución y al Código Civil Federal para legalizar la unión en matrimonio entre personas del mismo sexo. Propuestas de ‘avanzada’ dicen aquí y allá; otros –los mochos– la maldicen y acusan una reforma ‘contra natura’: y así el debate nacional.
A unas semanas de las elecciones del 5 de junio en 14 estados del país y con 26.6 millones de posibles votantes y cuando la aceptación popular del presidente está en mínimos (32 por ciento) al Ejecutivo le da por tocar temas. digamos, calientes. Por ejemplo, aún se debate en el Congreso la aprobación -o no- del uso de la mariguana para usos médicos y de investigación científica –de pasito, con 28 gramos encima, también lúdicos-.
Hace unos días EPN anunció seguros médicos a mujeres del servicio público; también becas por aquí y por allá y guiños sociales por aquí y por allá, aunque la cereza del pastel podría ser esta iniciativa del ‘matrimonio gay’ como se le llama.
Al Partido de la Revolución Democrática (PRD) le cayó gordo este anuncio porque ellos se atribuyen el haber iniciado este proceso hace años, lo que culminó con que en la ciudad de México esté aprobada esta unión entre personas del mismo sexo, como ya es.
Y de pronto –por estos días-, todos aquellos políticos que repudiaban el tema homosexual (“puterías”, decían) y más el matrimonio entre personas del mismo sexo, ahora resultan aplaudidores de la iniciativa presidencial. (“El que quiera azul celeste, que se acueste…” se mofan).
Y ya desde el ‘Congreso dicen que ‘es lo mejor que pudo haber ocurrido en años’, el conservadurismo panista hace como que no quiere, pero sabe que sería antipopular negarse de plano… Los otros partidos no significan problema para la iniciativa que seguramente culminará en un “si” y, como consecuencia, ese “si” aparecerá en los congresos estatales.
Hasta el momento en México el matrimonio entre personas del mismo sexo está aprobado en Quintana Roo, Coahuila y la Ciudad de México. Pero un buen número de entidades lo tienen entre sus ‘pendientes’ aunque muy probablemente lo aprobarán ya, sobre todo aquellos con gobiernos priístas o congresos con mayoría priísta.
De tal forma, la reforma propuesta por el presidente Peña Nieto propone: reformar el Artículo 4° de la Constitución mexicana: ‘Matrimonio igualitario y sin discriminación en todo el país; Modernizar el lenguaje para evitar discriminación; la Secretaría de Relaciones Exteriores reconocerá actas de nacimiento con cambio sexogenético para emitir pasaportes; todo contenido discriminatorio será derogado o modificado.’
[Reforma Art. 4° Constitucional: “… premisa fundamental para la realización del derecho a la igualdad y a la no discriminación, el entendimiento de que todos los derechos humanos se basan en el reconocimiento de la dignidad humana, aquella que nos hace a todas las personas iguales en derechos –y adiciona—Toda persona mayor de 18 años tiene derecho a contraer matrimonio y no podrá ser discriminada por origen étnico o nacional, género, discapacidades, condición social, condiciones de salud, religión, preferencias sexuales o cualquier otra que atente contra la dignidad humana”]
Por supuesto los aplaudidores no recuerdan que la ciudad de México es pionera en el matrimonio entre personas del mismo sexo y que ya desde el 15 de septiembre de 2015 la Suprema Corte de Justicia publicó la tesis jurisprudencial que reconoce la igualdad plena de los matrimonios celebrados entre personas del mismo sexo así como el acceso a todos los derechos y beneficios sociales que éstos deben traer consigo para los cónyuges homosexuales.
[SCJN: “… La Constitución mexicana no permite ningún tipo de discriminación en contra de las parejas del mismo sexo, por lo que los fundamentos de la institución matrimonial de carácter civil se pueden adecuar para el desarrollo de esta nueva forma de unión y de familia; las parejas homosexuales se encuentran en una situación equivalente a las parejas heterosexuales, por lo que es totalmente injustificada su exclusión del matrimonio”]
Esto es, que la exclusión del matrimonio homosexual del marco legal es producto de la discriminación histórica y de los severos prejuicios que han existido hasta hoy en contra de las personas según su preferencia sexual.
Por supuesto el clero católico –que no la iglesia católica- ha puesto el grito en el cielo y ya se desgarra las vestiduras. Para el 22 de mayo, Ramón Castro, el obispo de Cuernavaca, aprovechó una manifestación de repudio político local para reclamar la iniciativa presidencial: “La paz se forma en la familia, los nuevos modelos nos parecen raquíticos; la iglesia no es homofóbica, sólo nos desconciertan las decisiones desde el gobierno federal…”
Norberto Rivera Carrera (el ‘Malquerido’) dijo el sábado 21 de mayo que “nadie está excluido de la Iglesia Católica, pero cualquier otra unión que no se ala de un hombre y una mujer no tiene similitud, ni remotamente, con el matrimonio”. Y mencionó la exhortación apostólica Amoris Laetitia, que señala que el enlace tiene ‘carácter sacramental desde un principio y debe ser entre un hombre y una mujer’.
Otros grupos conservadores y ultraconservadores ya se expresan y presionan. El reconocimiento a lo que es, les cuesta trabajo, propietarios de la naturaleza que se sienten, hacen de su intimidad una regla social.
Así que ya está a la vista la aprobación de esta Reforma. Lástima que un derecho fundamental de libertad y derecho humano se convierta en tarjeta postal electoral. En fin.