Abanico
Tamaulipas: elecciones candentes
Denuncias sobre la intromisión de grupos delictivos, guerras de lodo sin precedente entre los candidatos, temores de que estalle la violencia y señalamientos de cooptación forzada de cuadros políticos locales mediante amenazas, presiones o sobornos, son algunos de los elementos que sobresalen en el actual proceso electoral de Tamaulipas.
Desde que existe el PRI, Tamaulipas ha sido gobernado por priístas, pero ahora el viejo partido afronta el riesgo de perder ahí por primera vez unas elecciones estatales. La alternancia se ha dado en varios municipios.
El PAN gobierna Nuevo Laredo y Matamoros y antes tuvo alcaldes en Tampico, Reynosa, Victoria y Mante, entre otras ciudades. En 2006 y 2012 triunfaron en la entidad los candidatos panistas a la Presidencia de la República, al Senado y en la mayoría de las diputaciones federales.
Pero en las elecciones de gobernador, el PRI siempre ha ganado holgadamente, sin adversarios poderosos. Los candidatos más recientes gozaron de gran popularidad durante sus campañas. Rodolfo Torre fue asesinado unos días antes de los comicios, hace seis años; su hermano Egidio, que lo sustituyó, obtuvo una muy copiosa votación. (Por cierto, el caso fue atraído por la PGR pero nunca se aclaró, igual que la inmensa mayoría de los casos de asesinato, y no hay detenidos ni señales de que se haya investigado realmente).
Ahora sí hay una competencia fuerte. Aunque se inscribieron ocho candidatos, en realidad la lucha se da entre dos, el priísta Baltazar Hinojosa Ochoa y el panista Francisco García Cabeza de Vaca.
El candidato del PRI ha sido presidente municipal de Matamoros, secretario de Desarrollo Social y de Educación en el estado, funcionario en la Secretaría de Agricultura y tres veces diputado federal. Su principal contrincante le reprocha el haber colaborado en el gobierno de Tomás Yarrington.
Sin el carisma de Eugenio Hernández o de Rodolfo Torre, Baltazar Hinojosa rema contra la corriente entre una serie de circunstancias adversas. Tamaulipas es una de las entidades más lastimadas por el crimen organizado, que rebasó a las autoridades locales y alcanzó los máximos niveles en los sexenios federales panistas. Pero este fenómeno de violencia ha continuado en la actual administración priísta.
Gran número de familias y empresas han emigrado de las poblaciones asoladas por asesinos, secuestradores y extorsionadores. Circular por las carreteras representa un grave peligro, como también lo es transitar por las calles citadinas o en los caminos ejidales, donde en cualquier momento estallan balaceras entre bandas rivales de delincuentes o en enfrentamientos con fuerzas militares o policíacas.
A la ineficacia demostrada en el combate oficial a la inseguridad, se agrega el deterioro económico, más el descrédito de la clase política nacional después de las revelaciones sobre tráfico de influencias y actos de corrupción en los más altos niveles del sector público federal. He ahí algunos de los ingredientes que cultivan el descontento popular, ese mal humor social de que tanto se habla en estos días.
Todos estos elementos los capitaliza políticamente en su virulenta campaña el candidato panista Francisco García Cabeza de Vaca. Actual senador con licencia y también ex funcionario federal, es un político fajador que ha ganado fama de pendenciero; irrumpió escandalosamente al llegar a la presidencia municipal de Reynosa; propició división y discordia en su propio partido, y luego obtuvo notoriedad al confrontarse con el gobierno estatal.
Habituado al pleito de callejón y a los intercambios de insultos y acusaciones, Cabeza de Vaca ha logrado que la actual contienda cayera en el fango de las campañas negras. Mucho se le ha señalado por sus antecedentes de presunto delincuente juvenil en Texas y en los debates de candidatos, el ex panista Gustavo Cárdenas le pidió aclarar el origen de la cuantiosa fortuna que se le atribuye.
Algo de eso pudo haber influido para que Felipe Calderón le negara su apoyo hace seis años para conseguir la candidatura del PAN que ya entonces buscaba.
Manlio Fabio Beltrones denunció la aparición en tres municipios de un grupo armado que promueve abiertamente la candidatura de Cabeza de Vaca y ha logrado que varios candidatos del PRI a alcaldes se cambien al bando panista. Lo mismo reveló el candidato a gobernador por el PRD, Jorge Valdez, en relación con otros municipios del estado, pero su dirigencia nacional le volvió la espalda porque va en alianza con el PAN en otros estados.
Según informaciones publicadas y no desmentidas, los miembros de esa “columna armada” se proclaman fervientes católicos, su lema es “a Dios Rogando y con la 45 dando” e invocan al cardenal Norberto Rivera, pero curiosamente toman el nombre del liberal tamaulipeco Pedro José Méndez, quien luchó dentro de las filas del ejército juarista contra la invasión francesa.
Entre tanto, las autoridades electorales parecen pasmadas y no se tiene conocimiento de que intervengan los responsables de la procuración de justicia. Este es, a grandes rasgos, una parte del panorama tamaulipeco a pocos días de las elecciones. Y la moneda está en el aire.